Epílogo

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EPÍLOGO

Las vueltas de la vida siempre me resultaron muy confusas, nunca me ha gustado sobre pensar las cosas o re leer el mismo párrafo cinco veces en busca de alguna fisura. Me gusta la vida simple, las historias sencillas y a mis ojos no todo tenía que tener una razón compleja de trasfondo.

Era por eso mismo que nunca le había prestado atención a todas las historias que mi madre solía contarme, porque simplemente no me parecía algo que valiera la pena escuchar, eran complicadas, habían otras cosas que me llamaban mas la atención y que a mi parecer me servirían mas en mi día a día.

Mi madre por el contrario no solía ser como yo, o más bien yo no solía ser como ella.

Nunca entendí porque le gustaba tanto buscar razones, descubrir verdades que en ocasiones debían mantenerse ocultas, levantar piedras y mirar los secretos que se escondían debajo de ellas, era una irremediable curiosa y eso le había causado muchos problemas a lo largo de su vida que en realidad no había sido tan larga.

Nunca supe porque ese instinto de buscadora nunca se había desarrollado en mi, intenté serlo, pero sin importar de que tema se tratase nada logro despertar una apasionante curiosidad como la de mi madre. Así que con el tiempo simplemente deje de dar batalla, no era como ella, nunca lo había sido y por alguna razón creo que nunca me había importado en realidad.

Mi hermana por otro lado era su viva imagen, tan curiosa que me resultaba irritante, a veces no podía mirarla a los ojos y evitar preguntarme porque no podía ser como ella. Eso no quitaba el hecho de que la amara más que a nada en el mundo, pues después de todo estábamos juntas, nuestras vidas tendían del mismo hilo, compartíamos la misma sangre peculiar, era mi hermana pequeña y quería protegerla.

Me resultaba irónico como ella en su afán de proteger a los demás, descubrir la verdad y de cierta forma hacer justicia, terminara metiéndose en problemas que yo terminaba por resolver.

Al principio eran cosas sencillas, como cuando a una compañera suya de preescolar le habían robado su almuerzo, entonces ella había emprendido una investigación en el recreo en donde había descubierto a el culpable y aunque las maestras de habían encargado de las consecuencias hacia los niños, estos mismos se pusieron de acuerdo para tirarle huevos a mi hermana al día siguiente a la hora de la salida, pero como yo estaba ahí tuve que cubrirla llevándome todos los huevos rotos.

Conforme fuimos creciendo, los problemas y las consecuencias también lo hicieron.

Mi madre siempre me agradeció por cuidarla, por brindarle el apoyo que a veces ella no podía darle, siempre me dijo cuan importante era y como yo tenía un impacto tan bueno en la vida de mi hermana.

Pero jamás me lo iba a poder volver a decir de nuevo, ahora que mi madre se había ido, me preguntaba si realmente sintió las cosas que me me dijo y si en algunos años más seguiría recordando todas aquellas promesas que le hice.

Aún estaba en mi habitación y aunque ya era hora de irnos no quería hacerlo, porque sabía que una vez que saliera de la casa nada iba a volver a ser igual, todo iba a cambiar y eso era exactamente lo que menos quería.

Camine a mi baño, abrí la llave del lavamanos y me eche agua en la cara en un intento por refrescarme, hacia mucho calor, era pleno verano, un día perfecto para ir a nadar con tus amigos o quedarse en casa con el aire acondicionado prendido.

𝐈𝐍𝐍𝐎𝐂𝐄𝐍𝐓,     damian wayneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora