Capítulo Treinta y seis

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CAPÍTULO TREINTA Y SEIS| FAKE DINNER

 YA SABÍA QUIEN ERA, de hecho lo había conocido en persona pero el encuentro había sido demasiado breve y carente de importancia, ni siquiera recordaba con certeza si había cruzado palabras con el sujeto verde

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YA SABÍA QUIEN ERA, de hecho lo había conocido en persona pero el encuentro había sido demasiado breve y carente de importancia, ni siquiera recordaba con certeza si había cruzado palabras con el sujeto verde.

Había sido años atrás, cuando mi madre Ellen estaba secuestrada por mi supuesto padre y yo estaba bajo la tutela de Bruce.

No recordaba todo con mucho detalle, pero creía al menos estar al tanto de lo básico. Poco a poco, conforme el tiempo transcurría, iba perdiendo la noción de los hechos.

—¿Que está haciendo aquí?—pregunte sin moverme de la cama.

—Puede que haya venido en una misión aparte, o puede que alguien lo haya mandado a buscarme.

—¿Y porque alguien querría buscarte? ¿Les dijiste que ibas a una misión no es así?

—Si, pero no importa lo que les diga, son unos necios entrometidos. Seguramente Dick les dijo que vinieran a buscarme en caso de que necesitase ayuda pero solamente van a traernos más problemas.

—Puedo notarlo, es bastante ruidoso—repliqué.

—Exacto y lo que necesitamos ahora es discreción, pasar desapercibidos.

—Espera, dijiste "Vinieran" en plural, ¿no viene solo el tigre?

—Claro que no, ese idiota jamás podría dar con mi paradero solo. De hecho me cuesta pensar que alguno de ellos podría, pero hay algunas personas que no son tan imbeciles en ese equipo.

Me estire un poco hasta poder tomar el teléfono del buró que estaba enseguida de mi cama. Lo desconecte y lo puse en mi oreja.

Presione el botón número dos para poder contactar al servicio a habitación.

—¿Quieres algo?—pregunte y el chico negó.

—Bien...—hice una pause mientras oía los pitidos—Bueno, me gustaría pedir un Frikadellen.

La chica que había atendido mi llamada hablaba inglés lo cual facilito las cosas, no me fue muy difícil poder ordenar lo que sea que había ordenado.

—¿Entonces que haremos?

—Nada, si me encuentran yo me encargaré de ellos, no deben de saber nada de ti.

—No creo que me recuerden, al menos no el tigre.

—Esa es la cuestión, no se exactamente quienes vienen con el.

—Ya veo.

—No te estreses por eso, yo me encargo. Ponte a ver otra cosa y ponle subtítulos o cambia el idioma.

Asentí.

Habían pasado dos días desde aquella noticia que vi y desde entonces no había pasado nada más relevante.

𝐈𝐍𝐍𝐎𝐂𝐄𝐍𝐓,     damian wayneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora