Prólogo

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PRÓLOGO

Audrey Adolvsson, ese es mi nombre, no es muy bonito o extravagante pero aún así me gusta, no me complico la vida en cosas tan insignificantes como un nombre pues no me gustan los problemas, me gusta la vida simple y sencilla, no lujos, no estrés.

Creo que esa es mi sensación favorita, pero aún así mi vida necesita un poquito de estrés para darle sentido o una razón de ser. De igual forma tengo mis límites, no pareja para no tener drama, no amigos cercanos para no tener decepciones que en verdad me afecten, ningún tipo de relación que me pueda traer conflictos innecesarios. Y así sin ningún tipo de drama social, mi vida era bastante fácil y bonita.

No era fan de la convivencia pero aún así seguía siendo una chica socialmente estable, me gustaba la música que a todos les gustaba o al menos algunas canciones, iba a algunas fiestas que los chicos populares organizaban, realizaba actividades extra escolares, tenía un grupo pequeño de amigos los cuales me hacían sentir menos miserable y tenía una tortuga de mascota llamada Leon. Cosas que una adolescente de quince años promedio realiza.

Y la verdad es que aunque no me gustase admitirlo en voz alta yo era una vil conformista, no luchaba por mas, todo lo que tenía me era suficiente, no tenía las mejores calificaciones, no era la mas popular, no tenía el mejor estilo, ni siquiera era la mejor siendo normal, por que habían otros incluso más rutinarios que yo. 

Era simplemente normal, aburrida. Me ponía metas sin sentido para llenar el vacío que creo que todos tienen que llenar de una forma u otra. Por eso es que hay drogadictos, alcoholicos, por eso existe ese programa en discovery sobre gente que tiene raras obsesiones, aunque en realidad ellos solo intentan llenar el vacío a su manera, solo que no es la manera en que la mayoría lo hace, eso los hace tan especiales supongo.

Mis madres por otro lado siempre habían dado lo mejor de sí mismas para darme lo mejor que ellas pudieran: trabajaban horas extras, iban a cada uno de mis eventos escolares, guardaron todos los dibujos que les había hecho cuando tenía 5 años, me ayudaban en mis tareas, trataban de hacer de mi una persona exitosa y feliz, obviamente lo valoraba pero me hacían tener un problema, la responsabilidad de ser quien ellas quisieran que fuera aunque no me lo dijeran directamente. De igual manera me hacían feliz.

Otro punto a aclarar es que sabía perfectamente que dos mujeres no podían tener un bebé, no era una idiota. Sabía que yo era producto de una inseminacion artificial y para los que no sepan que es eso, básicamente solo es tener un poco de semen e introducirlo de manera artificial en el utero. Y tenía que vivir con la realidad que jamás conocería a mi padre biológico por qué los donantes de semen son anónimos y aún y con todo, en realidad no me interesaba.

No era la clase de niña que iba mover el cielo y el mar para poder encontrar a su padre biológico que probablemente solo sea un hombre común y corriente que necesitaba dinero desesperadamente y decidió donar su semen por un par de dólares sin saber quienes o como serían sus desdichados hijos. Me daba igual, como la mayoría de la cosas.

Pero sin importar las reglas que tuviera para mantener mi mi vida en orden y con paz, todo eso se iría al caño un dos de octubre cuando mi madre me llamó por teléfono como cualquier otro día, solo que esta vez no me llamaba para comer si no para darme un aviso el cual no mencionó en la llamada.

¿Me pareció raro?

No realmente, probablemente me preguntaría por qué había tomado dinero de su cartera sin permiso cuando en realidad había sido Ellen, o por que no había asistido a mi clase de poesía cuando la clase había sido suspendida por ser día cívico, de igual forma todo estaría bien, por que yo no me meto en problemas, seguía las órdenes al pie de la letra.

𝐈𝐍𝐍𝐎𝐂𝐄𝐍𝐓,     damian wayneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora