Capítulo Ocho

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CAPÍTULO OCHO| CONTROL 

MAÑANA TRANQUILA DE DOMINGO, era temprano, la mansión estaba tranquila al igual que yo, tome una ducha y me puse una pantalonera gris junto a un top blanco aguado con una mariposa pequeña de estampado, decidí ponerme también unas sandalias, cepill...

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MAÑANA TRANQUILA DE DOMINGO, era temprano, la mansión estaba tranquila al igual que yo, tome una ducha y me puse una pantalonera gris junto a un top blanco aguado con una mariposa pequeña de estampado, decidí ponerme también unas sandalias, cepille mi cabello y salí de mi habitación, los chicos aún estaban dormidos pues ayer habían hecho un maratón de películas hasta tarde y era más que obvio que yo no había sido invitada.

Una vez en la la cocina puse unos panes a tostar y les puse aguacate, luego me serví jugo de naranja con zanahoria, Alfred estaba podando el césped así que aún no se había percatado de mi presencia. Todo iba tranquilo hasta que oí unos pasos, recé por que no fuese ni Damián ni Sagun, voltee hacia la puerta y vi como el chico que había visto hace mil años entraba a la cocina, al verme se paró y yo solo fruncí el ceño. Ya hasta me había olvidado de su existencia y sin embargo aparecía de nuevo.No quite mi ceño fruncido, por alguna razón sentí un poco de nerviosismo así que en una milésima de segundo tome el cuchillo con el cual había cortado el aguacate y lo apunté hacia el quien levantó las manos para luego empezar a reír.

—¿Quien eres?—Pregunte sin quitar mis ojos de su bonito rostro, su cabello negro estaba despeinado y su mechon blanco caía por su frente.

—¿Te salvo y así me lo agradeces?—Dijo en tono sarcástico, sabía que no iba a cooperar así que tome un aguacate y se lo lance con todas mis fuerzas, este lo esquivó y rio aún más fuerte así que empecé a tomar todos los aguacates que podía y empecé a aventárselos mientras el apenas podía respirar de tanto que se reía.

Lo tenía todo bajo control hasta que para mi mala suerte los aguacates se acabaron aún así tenía el cuchillo en alto, no era una persona violenta pero si la situación lo ameritaba entonces no tenía otra opción.

—No me mates—Dije mientras retrocedía—Por favor.

—No te va a matar, tonta—La voz molesta de Damián me hizo sobresaltar, el chico paso hacia la cocina y miro todos los aguacates en el piso con una expresión confundida—Pero Alfred quizá lo haga al ver todo el desastre que has hecho.

—Ya llegó don amargado—Exclamó el chico con un suspiro cansado haciendo que Damián lo mirara mal.

Luego de eso yo simplemente me puse a recoger los aguacates antes de que Alfred llegara pues no quería ser regañada. Los dos chicos empezaron a intercambiar palabras sobre una de sus misiones, en sus frases habían tantos tecnicismos que me hacían imposible descifrar de que hablaban así que para no hacer esto más raro solo tome mis almuerzo y salí de la cocina sin hacer mucho ruido. Una vez afuera fui a la estancia, puse una película y me dispuse a relajarme un rato, después de todo era domingo.

Solté un suspiro, me preguntaba que estarían haciendo mis amigos de Suecia, que estarían haciendo mis madres, como se la estará pasando Leon, como luciría mi habitación, aunque tuviera amigos aquí no se sentía igual, esté lugar se seguía sintiendo extraño y desconocido. Pero al menos tenía algunos aliados, pocos pero me eran más que suficiente. Después de un rato llego Bambi y se quedó conmigo viendo la película, no se que haría sin esa rubia, era la única chica con la que  tenía una amistad en la mansión Wayne.

𝐈𝐍𝐍𝐎𝐂𝐄𝐍𝐓,     damian wayneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora