Audrey no es muy bonita, interesante o inteligente. En realidad podría decirse que es una joven bastante común y aburrida lo cual nunca le causó ningún tipo de problema.
Pero detrás de toda esa fachada de tranquilad hay una maraña de problemas que...
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Meave Adolvsson despertó a causa del sonido del despertador que le había comprado su madre hace una semana, eran las siete de la mañana y se preparaba para un día nuevo. Quito las sábanas que cubrían su cuerpo y se levantó en pijama hacia el baño en donde tomó una ducha rápida, saliendo se puso su uniforme escolar que constaba de una playera de botones blanca y una falda roja hasta las rodillas junto a un par de medias blancas y zapatos negros bien pulidos.
Era verano y cursaba en el penúltimo año de preparatoria, a pesar de que era un día bello, soleado y cálido, Meave no se sentía con muchos ánimos, hacia tiempo que su humor había decaído sin embargo su madre le había prohibido dejar de asistir al colegio.
Después de desayunar unos huevos estrellados optó por lavarse los dientes y amarar su cabello en una coleta alta para salir de la casa. El camino no era muy largo pero sí bastante solitario.
Desde hacía seis meses la hermana mayor de Meave había desaparecido sin dejar rastro alguno, había sido un día normal como cualquier otro, ambas se habían ido caminando a la escuela por la mañana y al salir de clases Emaline se había quedado dos horas mas para su clase de pintura, pero nunca regresó a casa.
Desde ese entonces la familia Adolvsson había colapsado, habían hecho interminables búsquedas por todo el lugar, se habían impreso cientos de carteles con el rostro de la joven Emaline pero parecía que la tierra se la había tragado pues no daba señales estar en ningún lado.
Algunos pensaban que quizá se había escapado, otros se negaban rotundamente a creerlo, había quienes desde un principio habían supuesto lo peor. Todo lo que flotaba en el aire eran rumores variados sobre el destino de la chica que había desaparecido sin dejar rastro.
Y Meave pasaba interminables horas pensando en donde pudiera estar su hermana mayor, todos los días, todos los meses, a todas horas, siempre solía pensar en ella.
—No te vi llegar, Eve—hablo un chico postrando su brazo sobre los hombros de Meave quien solo embozó una pequeña sonrisa forzada.
La verdad era que Meave solo salía con el para no ser descubierta de su verdad la cual era que en realidad ella no sentía ningún tipo de atracción hacia los chicos.
El nombre de su amado era Isaak, un chico promedio, buenas notas, buena familia, se mantenía en forma y tenia una buena reputación. En conclusión: todo lo que la familia de Meave quería para ella.
Salir con el le facilitaba muchas cosas, ademas de que en realidad era una buena persona, le ayudaba con las tareas, le compraba helados, la escuchaba y le daba todo lo que ella quisiese. Meave lo tenía a sus pies y a veces solía sentirse culpable por utilizarlo vilmente pero no sentía que tuviera otra alternativa.
