Capítulo Treintaicinco

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CAPÍTULO TREINTAICINCO| ROAD TRIP

DESPUÉS DE HABER PASADO tanto tiempo fundida en la cómoda soledad, casi había olvidado como se sentía recaer sobre alguien más

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DESPUÉS DE HABER PASADO tanto tiempo fundida en la cómoda soledad, casi había olvidado como se sentía recaer sobre alguien más. Tener a otra persona capaz de sostenerme si caía, saber que habrá alguien al otro lado de la línea si llamaba en desesperación.

No estaba segura de que fuese algo bueno o algo malo, pero sin dudas resultaba ser algo fuera de lo común a estas alturas.

Creo que era natural el deseo de estar acompañada, de poder tener un confidente, un apoyo. Pero no quería acostumbrarme demasiado a ello, porque sabía que al final del día estaría sola como todos los demás.

No quería estar sola pero tenía miedo de volverme dependiente.

Sabía que mis propias ideas y pensamientos se contradecían los unos a los otros, luchando contra sí mismos en una batalla infinita que tomaba lugar en mi propia cabeza y que por si fuera poco consumía gran parte de mi tiempo.

Pero justo ahora contaba con el tiempo para llevar a cabo mis recurrentes conflictos mentales.

Damian y yo habíamos partido de Italia, tratando de alejarnos lo más posible del peligro que por alguna razón venía asechándome desde tiempos remotos.

Tanta inestabilidad, soledad y desesperación habían terminado por apagar aquella pequeña flama de felicidad que solía tener años atrás. Me mantenía serena, pendiente y expectante, vivía con una tranquilidad que no duraba por periodos largos y eventualmente me veía obligada a volver a correr, dejaba lo que me había traído paz y el ciclo de monotonía inusual se repetía sin cesar.

No era demasiado grande aún, apenas y era una adulta legalmente y sin embargo la pesadez que sentía sobre mis hombros me hacía sentir como una anciana esperando ansiosamente por poder descansar de una vez por todas.

Era imposible mantenerme vivaz y alegre, aquellos día de lucidez se habían convertido en recuerdos vividos que solo me molestaba en recordar antes de dormir por las noches.

—Estas muy seria.

Giré mi cabeza ligeramente hacia la derecha, Damián yacía sentado en un escritorio y sus manos tecleaban con rapidez sobre una laptop, su mirada estaba fija en la pantalla.

—Estaba pensando.

—Me asombra lo mucho que has cambiado.

Solté un pequeño bufido.

Me quite los zapatos y me recosté sobre la cama individual del motel mirando el techo levemente desgastado, la iluminación no era demasiado buena pero tampoco me quejaba.

𝐈𝐍𝐍𝐎𝐂𝐄𝐍𝐓,     damian wayneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora