CAPÍTULO TREINTAIDÓS| THE GIRL WHO HAD TO RUN
EL TRABAJO EN EL RESTAURANTE había ido bastante bien, además había empezado a ahorrar dinero para el próximo año poder ir a una universidad o mudarme, no tenía muchas ideas ni tampoco muchos recursos pero al menos mantenía viva la ilusión.Habían pasado dos semanas desde que Isaak había venido de mensajero, ese mismo día se había ido por la noche y no lo he vuelto a ver desde entonces, no me preocupaba mucho, no me gustaba tenerlo cerca, me gustaba mi soledad, había encontrado la manera de sentirme en paz conmigo misma.
Hoy era sábado, había despertado a las ocho de la mañana y después de eso salí a correr por la costa, el ejercicio me había estado sirviendo de mucha ayuda pues me relajaba y despejaba, trataba de tener mi mente tranquila y también aprovechaba mi tiempo lo más posible.
Vanessa me había estado enseñando el arte de la repostería para que en un futuro cercano poder; además de trabajar en el restaurante; conseguir un poco más de dinero extra.
Poco a poco me había ido adaptando a mi nueva realidad, sabía que en algún punto podría formar nuevas relaciones afectivas pero por ahora no quería hacerlo, sabía que cuando llegara el momento lo haría, ahora estaba demasiado ocupada tratando de trabajar lo más posible para poder aumentar mis posibilidades de una mejor calidad de vida.
A veces solía pensar en las personas que habían sido importantes para mi en algún punto de mi vida, las extrañaba pero aquel sentimiento de tristeza y nostalgia se había desvanecido dejando solo buenos recuerdos, memorias que me hacían sonreír cuando menos me lo imaginaba. Estaba agradecida de haber tenido la oportunidad conocer a personas tan especiales pero tenía que seguir, no podía estancarme.
Sabía que ellos también estaban bien de alguna forma, al igual que yo habían seguido con sus vidas y esperaba que también hubiesen sanado sus heridas, no quería ser un un recuerdo agrio, no quería que me recordaran solo por el final.
Mis pensamientos fueron interrumpidos cuando pude ver como unos niños de unos diez años corrían por el pasto, al principio no les preste atención hasta que pude ver como lanzaban rocas y entonces escuché un pequeño chillido.
Me levante de la banca y con mi mano limpie unas gotas de sudor que caían por mi frente, camine hasta los niños y me les adelante, pude notar como un conejo cojeaba tratando de huir de esas criaturas del mal.
No les dije nada, solamente tome al conejo entre mis manos tratando de no lastimarlo mas de lo que ya estaba. Tenía una pata rota, así que sin más camine en rumbo a el veterinario más cercano el cual de hecho estaba algo lejos, en otras circunstancias hubiera tomado un taxi pero si lo hacía no podría pagar el veterinario.
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𝐈𝐍𝐍𝐎𝐂𝐄𝐍𝐓, damian wayne
FanfictionAudrey no es muy bonita, interesante o inteligente. En realidad podría decirse que es una joven bastante común y aburrida lo cual nunca le causó ningún tipo de problema. Pero detrás de toda esa fachada de tranquilad hay una maraña de problemas que...