Audrey no es muy bonita, interesante o inteligente. En realidad podría decirse que es una joven bastante común y aburrida lo cual nunca le causó ningún tipo de problema.
Pero detrás de toda esa fachada de tranquilad hay una maraña de problemas que...
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HABIA ESTADO ESPERANDO a los chicos pero mi vida no se enfocaba solo en eso, seguía mi rutina con normalidad solo que a veces me preguntaba si en verdad volverían mis ojos verlos de nuevo.
Por las tardes cuando volvía a casa y miraba el vacío solía preguntarme las miles de preguntas que habían estado rondando por mi cabeza desde que habían venido.
Ellos eran un puente hacia mi pasado el cual creía haber cerrado desde hace mucho tiempo, ahora me daba cuenta que todo el tiempo había estado abierto pero pausado, cualquier mínima interacción con ellos era como presionar el botón para seguir avanzando.
No era algo que me hiciera imposible vivir, podía seguir adelante pero todo se volvía más pesado, el tiempo comenzaba a transcurrir con lentitud, las cosas que antes solía hacer por inercia ahora se volvían complicadas y tediosas.
Mis recuerdos poco a poco comenzaban a tomar el control cuando me distraía, empezaba a divagar y las memorias hacían acto de presencia sin haber sido invitadas. Después llegaban las preguntas, luego las suposiciones y por último la nostalgia que me había abstenido de sentir los últimos años.
Era una batalla conmigo misma, el pasado y el presente, éramos diferentes en tantos aspectos pero al final del día, el ahora seguía ganando porque algo que tenía en cuenta era que el pasado había resultado estar lleno de defectos, debilidades e incertidumbre.
Un bocinazo de un automóvil me saco de mis pensamientos, estaba en medio de una calle y aparentemente todos los demás ya estaban del otro lado. Parpadeé un poco y camine con rapidez hasta llegar a la banqueta, tome un pequeño suspiro tratando de aclarar mis sentidos los cuales se habían nublado abruptamente hace unos momentos sin siquiera darme cuenta.
Acababa de salir del trabajo, faltaba algo de tiempo para que el sol empezara a descender pero el aire se había vuelto fresco pues ya estábamos en otoño, la hojas de los árboles se tornaban naranjas y algunas de estas caían sobre las calles, las personas empezaban a utilizar suéteres delgados y cada vez se volvía más extraño ver a gente con atuendos tan ligeros como los que solían usar tan solo unas semanas atrás.
Lo cual me dejaba sin más opción que conseguir un poco más de ropa, algo que me protegiera de la intemperie, aunque las temperaturas no fueran extremas tenía en claro que no podría sobrevivir con tan solo playeras de manga corta.
Camine por algunas calles hasta llegar a una pequeña tienda de ropa de segunda mano, la mujer que trabajaba ahí era amiga del señor Favino así que la conocía un poco, habíamos llegado a platicar en algunas ocasiones pero nada demasiado comprometedor.
