Capítulo 48: ¿Qué nos deparará el futuro?

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Tras una noche fantástica, en donde todos los asistentes disfrutaron como nunca antes, el Festival de la cosecha de verano había concluido. De hecho, los propios agricultores de la aldea a la mañana siguiente, bien temprano ya habían comenzado a trabajar.

Mientras los aldeanos comenzaban sus respectivas jornadas, el resto de nuestros protagonistas todavía estaban en la cama, ese era el caso de Lulu y Veigar, que tras haber acabado el espectáculo de fuegos artificiales aun estuvieron un rato más despiertos, simplemente para acabar de familiarizarse con el que sería su nuevo hogar.

Para evitar lo que solía suceder otras veces, Veigar había bajado las persianas de la habitación hasta abajo, tratando que ni una sola rendija quedara por cerrar, así el sol no interrumpiría su profundo sueño. Puede ser, que en esta ocasión no fuera el sol, pero la Yordle que tenía durmiendo a su lado tenía otros planes.

Lulu no llevaba demasiado tiempo durmiendo al lado de Veigar, por lo que el mago no conocía del todo sus manías y en el caso de la hechicera ocurría lo siguiente. Lulu solía soñar muchas noches y normalmente parecían ser sueños muy ajetreados, pues no paraba de moverse de un lado a otro. Así pues aquella mañana de principios de verano, la Yordle fue empujando poco a poco a su pareja hasta que... ¡pum!. Veigar se despertó de golpe, solo para encontrarse con el en el suelo de madera de la habitación aun prácticamente vacía. Al principio estaba un tanto desorientado, pero le bastó mirar arriba para ver a Lulu durmiendo aun plácidamente justo al borde de la cama.

Tras restregarse los ojos con las mangas de su pijama, el cual consistía de una camisa fina de color azul oscuro y unos pantalones anchos de color gris, el mago aprovechó para verla dormir. Al asomarse pudo ver una escena enternecedora. Lulu tenía una expresión de sueño profundo, con las manos próximas a sus rostro levemente sonrojado, el cual era parcialmente cubierto por mechones de su pelo. La hechicera además llevaba un pijama bastante similar al del mago solo que con colores diferentes. Primero, la parte de arriba constaba de una camisa de manga corta de color verde manzana y unos pantalones largos color rosa pálido. El verla así le transmitía paz y tranquilidad, además de que no pudo evitar que una sonrisa se formara en su rostro.

- Que mona estás así cuando duermes. Si así va a ser todo a partir de ahora no lo cambiaría por nada. - con cuidado de no despertarla, acarició con la punta de los dedos sus mejillas y volvió a colocar los mechones de su pelo en el lugar correspondiente. De manera inconsciente, Lulu reaccionó a ese estímulo agarrando la mano de Veigar y pegándola a ella y al hacerlo, aun dormida sonrió. Para estar más cómodo que de pie, el Yordle se sentó en el borde del colchón para estar un rato más así.

Pasados unos veinte minutos más, Veigar miró el reloj que había puesto en la pared la noche anterior y pudo ver que este marcaba ya las 9 y media de la mañana, por lo que parecía ser hora de levantarse. De normal, no solía dormir hasta tan tarde, pero estaban muy cansados de la noche anterior y además no quería despertarla, por lo que pensó en devolverle el favor. Se levantó despacio, para que el movimiento no alertase a Lulu, abrió la puerta del cuarto y bajó los dos tramos de escaleras que lo separaban del salón. Al torcer a la izquierda, entró en la cocina la cual estaba solo equipada con lo indispensable. Puede que no fuese tan buen cocinero como ella, pero estaba dispuesto a hacerle la mañana más llevadera.

Estaba seguro de que en alguno de los cajones había café molido, o por lo menos eso le había comentado Áureo durante el viaje en coche entre Bandle y Aventauri. Tras un par de minutos de búsqueda, por fin lo encontró. Lo había dejado en uno de los cajones más altos, vete tu a saber porque, aunque bueno el no era el más indicado para hablar de eso. Por lo menos en esta casa lo tenía todo al alcance de sus pequeñas manos, por lo que agarró la bolsa de color negro y al abrirla una fragancia maravillosa inundó sus sentidos y el resto de la habitación. Aquello olía de maravilla y estaba seguro de que sabría aun mejor.

El Oscuro AmanecerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora