Capítulo 50: Al final de la constelación.

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Tras la boda más grande que la dimensión Bandle hubiera presenciado jamás, la pareja recién casada de Veigar y Lulu se embarcó en su luna de miel, pero no irían solos. Veigar había pensado que sería buena idea invitar a Teemo y Tristana, que solo una semana después que ellos, contraían matrimonio en aquella colina tan simbólica para ambos, con todos los mandos del ejército presentes.

Ninguno se opuso a la idea, por lo que tras pensarlo detenidamente decidieron viajar hacia el archipiélago de aguas estancadas, pero no a los puntos principales, sino a un atolón de islas más pequeñas y de parajes hermosos conocido como las islas de plata, un destino paradisiaco con playas de arena blanca y con 0 humanos a la redonda.

Sin embargo, este episodio no será para narrar aquellos acontecimientos, pues para eso habrá otra ocasión. Esta vez nos centraremos en todo lo que ocurrió tras que volvieran de su estancia en la mar. Tristana solo dos semanas después, dio a luz a un hermoso niño, con el pelaje de color marrón claro, con las puntas de su cabello de un tono blanco como la nieve, cortesía de su madre. A su vez en el pecho del bebé aparecieron también un par de mechones rojizos como los de su padre y sus ojos tomaron un color marrón café. Cuando nació, Lulu ya con su embarazo muy avanzado quiso ir a visitar a su amiga. Veigar la acompañó solo por si acaso, así como Poppy que había pasado un tiempo construyendo con ayuda de algunos artesanos una cuna de madera tallada a mano para la criatura.

Al entrar en el edificio, el mago les pidió a ambas que esperaran por unos instantes, que iría a preguntar en la recepción donde es que habían situado a la artillera.

- Dadme un momento chicas, ahora mismo vuelvo. Bueno, espera, pensándolo mejor, Poppy, hazme un favor y vete acercando a mi señora hacia el ascensor, no está como para subir escaleras.

- Jejejeje, está bien, no te preocupes, sabes que está en buenas manos.

- Jolín, oye....ni que fuese una invalida. - replicó la hechicera mirando fijamente a Veigar, quien obviamente se excusó en el estado que ella presentaba. No era sensato hacer demasiados esfuerzos, y de hecho Lulu lo sabía, pero le molestaba tener que ser tan dependiente.

- Venga cariño, no lo hagamos más difícil, además piensa que diría Tristana o Teemo incluso si te ven entrar a la habitación toda agotada, o más bien..... que me haría esa saltarina a mi ufffff. -solo de pensar en el frio acero de la boca del cañón de Tristana sobre su pobre cabeza, fue más que suficiente como para que el mago se convenciera todavía más de que el era quien tenía razón.

Poppy aprovechó y tiró un poco de la manga de Lulu, ésta la siguió y mientras el yordle se puso manos a la obra. Llegó frente al mostrador, donde una de las enfermeras revisaba unos papeles, que parecían ser fichas de algunos pacientes. Entre ellas, pudo ver la de Tristana, no parecía haber nada raro. En esto que se queda mirando más de lo necesario y la yordle se da cuenta.

- Ejem....¿desea algo señor Veigar? - se dirige a el, mientras guarda los documentos en uno de los cajones de su escritorio. Un tanto avergonzado por su actitud de cotilla, Veigar se disculpa y se dispone a preguntar por lo que vino.

- Si...d-disculpe por mi intromisión en sus asuntos. Verá, quiero saber cual es la habitación de la señorita Tristana. Mi esposa, su hermana y yo hemos venido a visitarla, pues su esposo el General Teemo nos había comunicado que por fin había dado a luz.

- Ohhhh ya veo, si así es. Su amiga se encuentra en la habitación 126, en la última planta. Ahora mismo estará mi compañera Cassie con ellos, así que si tienen alguna duda pregúntele a ella.

- Muchas gracias y de nuevo....disculpe mi curiosidad.

- No pasa nada, a quien no le ha pasado que sin querer ha metido las narices donde no le llaman ¿verdad? -sonrió la enfermera, a lo que Veigar respondió de forma afirmativa.

El Oscuro AmanecerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora