Capítulo 46: La Invitación

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La noche tocó a su fin, y con ella los primeros rayos de sol que pasaban por encima de las colinas y las copas de los árboles, se colaban entre las rendijas de la persiana. Lulu y Veigar aun estaban tumbados en la cama, descansando tras un día muy ajetreado.

Una mota de polen se coló por la ventana de la habitación y entró en la nariz de la hechicera, que tras un par de segundos acabó por estornudar. El ruido no fue lo bastante fuerte como para despertar al mago, pero Lulu acabó por desvelarse. Al abrir los ojos, con pesadez pues aun se le notaba cansada, pudo ver a quien dormía a su lado. Veigar aun la mantenía abrazada y el contacto de su pelaje con su piel se sentía....tan reconfortante. Esbozó una tierna sonrisa, se acercó un poco más a él y con dulzura le dio un beso en la mejilla.

- De verdad que no tienes remedio, sigues durmiendo como un bebé, jejeje - si algo podía mantener a Veigar relajado, eso eran las caricias de Lulu. Pasaba su mano por su cabeza, revolviendo suavemente su pelaje negro y masajeando sus orejas, en respuesta el solo se movía un poco, haciendo gestos que parecían indicar una tentativa de despertar, sin embargo, puede que lo que hicieron la noche anterior todavía lo mantuviera sin fuerzas.

Tras un par de minutos, Lulu decidió que tenía que levantarse, por lo que se volvió a poner su ropa interior y unos calcetines para bajar al primer piso, ya que el suelo de madera podía estar bastante frio por la mañana, sobre todo habiendo dejadas abiertas las ventanas de toda la casa. Tras dejar al mago bien acomodado y tapado por las mantas, tomó las escaleras, bajó a la planta baja y entró a la cocina. De uno de los cajones que quedaban cerca de la encimera de granito, sacó una pequeña caja de cerillas y con ella encendió uno de los fogones, acto seguido agarró una de las sartenes que colgaban sobre unos ganchos metálicos y la puso sobre el fuego, además de una de las estanterías sacó una botella alargada de aceite de oliva y vertió sobre la sartén una pizca de su contenido para que se fuera calentando.

Por otro lado, ahora que ya sabía donde estaba la despensa, salió de la cocina y entró en aquella habitación para sacar un par de cosas. Primero que todo, tres pares de huevos, un saquito de café molido, una jarra con leche que estaba bajo los efectos de un conjuro refrigerante y un pedazo de tocino para cortar en lonchas más finas. Tras agarrar todo lo que necesitaba para preparar un buen desayuno, Lulu volvió a cerrar la despensa, suponía que a su novio lo le haría gracia si la llega a dejar abierta.

En verdad la Yordle estaba muy contenta y muy emocionada, pues hacía mucho tiempo que no podía estar relajada, sin pensar en nada más que no fuera ser feliz con la persona que tanto quería, por lo que para ella volver a prepararle algo de lo que se sintiera orgullosa era motivo de alegría más que suficiente.

Tras regresar a la cocina, Lulu dejó todos los ingredientes que había reunido sobre la mesa de madera que quedaba detrás de ella y fue usándolos uno por uno según los iba necesitando. Primero, con un cuchillo cortó unas cuantas lonchas del trozo de tocino para freírlas en la sartén. El aceite ya caliente chisporroteaba por todas partes, y por ello tuvo que tener mucho cuidado de no quemarse con el, por suerte para ella, Lulu sabía muy bien lo que hacía. Después ya hecho el tocino, lo dejó sobre uno de los platos que sacó de la alacena y tapó la comida con un trapo para que no perdiera su calor. Acto seguido, en una cafetera metálica vertió el café en polvo y echándole un poco de agua lo dejó reposar sobre el fuego. Debía estar pendiente, no fuese a quemar demasiado o no habría quien se lo tomase.

Por último pero no menos importante, tras limpiar un poco la sartén, volvió a verter sobre ella otro chorrillo de aceite. Cascó los huevos y los echó una vez estuvo caliente.

- Espero que esto le guste....puede que no sea el desayuno más original del mundo pero.... -pensaba en voz alta mientras dejaba los huevos fritos junto al tocino también recién hecho.

El Oscuro AmanecerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora