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   Se encontraba tocando la guitarra sentado de piernas cruzadas en su cama

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   Se encontraba tocando la guitarra sentado de piernas cruzadas en su cama. Cantaba ligeramente cualquier cosa que se le viniera a la mente y tocaba acordes aleatorios, pero que de igual manera hacían una bonita canción improvisada. Amaba la música. Era la cosa más magnífica que haya podido existir porque así podía expresar sentimientos en medio de notas musicales y letras que acompañaban la dulce melodía. Era como si hablara por medio de las notas musicales.

   Su hyung entró al cuarto y asomó la cabeza por la puerta de su habitación, avisándole que la cena ya estaba lista y que viniera pronto a comer. El azabache asintió y dejó su instrumento en su estuche, levantándose y caminando hacia el comedor, donde pudo olfatear un olor exquisito que hizo rugir a su estómago. Min Yoongi tenía un arte culinario espléndido que hasta un simple vaso con agua sabía delicioso.

   Ambos chicos se sentaron a comer y Yoongi le pasó un plato con arroz mientras se le quedaba viendo a una parte de su boca, frunciendo el ceño de inmediato y dándole una mirada cansada.

   —¿Otra vez te estás haciendo daño?— preguntó llamando su atención y rompiendo el silencio—. Sabes que si tienes algún problema puedes confiármelo a mí, JungKook.

Pronto el apetito del azabache se esfumó. No quería hablar de eso y mucho menos ahora que había estado más o menos bien. Min notó esto y se disculpó por sacar el tema; empezó a platicarle de otra cosa, sobre que en el supermercado había conocido a un chico bajito con cabello naranja que le había ayudado a encontrar los frijoles, pero sinceramente no le prestaba atención y se dedicaba a comer en silencio.

   No es que no le importara, porque su hyung contaba cosas tan básicas que las volvía en una historia realmente emocionante, mostrando creatividad. Pero JungKook pensaba en otra cosa, o más bien en alguien.

Terminó su plato como pudo, puesto que se le había ido el apetito antes, y se levantó sin esperar a su hyung; lavó sus platos sucios y se encerró otra vez en su habitación, aunque minutos después salió  de casa con su guitarra colgada en su espalda. Ante esto, Yoongi estaba cansado de que hiciera eso y no le contara nada, pero no era su culpa de que fuera un niño caprichoso con problemas de autoestima, y tampoco podía presionarlo ni manipularlo para que le diga lo que pasa. No tuvo más que dejarlo y seguir con lo suyo. De todas maneras, era un adolescente y él tomaba sus propias decisiones. Por lo que Yoongi, con veintitrés años, se veía en la obligación de no interferir con su vida a menos que se lo permitiera.

   Suspiró cansado y negó con la cabeza. A veces ese niño mocoso lo sacaba de quicio.

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Cartas comestibles ➳ℓιzкσσкDonde viven las historias. Descúbrelo ahora