—Es hora de irnos, Lisa.
La voz de su madre hizo que volteara y se bajara del columpio, mirándola con un puchero en sus gruesos labios. No quería irse porque había pedido tanto ir al parque esa misma tarde y no era justo que ni siquiera una hora había pasado y ya le estaban diciendo que debían irse a casa. La pequeña Lisa quería seguir jugando.
—¡No!
La pequeña niña miró a su madre con el ceño fruncido y los brazos cruzados, abultando más su labio. La mujer suspiró con una sonrisa y se puso en cuclillas para estar a la altura de su dulce hija.
—Papá te va a dar una sorpresa y si no nos vamos se va a estropear.
La pequeña Lisa de ocho años se levantó rápidamente del columpio y jaló a su mamá hacia el auto familiar. La mujer rió por lo interesada que era su hija. Ambas chicas se subieron al auto y la mayor condujo camino a casa, poniendo las canciones de la radio como método de ambientación.
No tardaron mucho en llegar a su hogar, la señora Manoban se bajó primero del auto y luego desabrochó el cinturón de seguridad de su pequeña y la ayudó a bajarse del coche. Lisa corrió hacia adentro de su casa y se encontró con su padre esperándola en la entrada con dos botes de helado de diferente sabor.
—¿Cómo está la niña más linda del mundo?— preguntó amorosamente su padre, abrazándola y dándole besitos por todo su rostro, diciéndole lo mucho que la amaba—. ¿Qué helado quieres abrir?
—¡Chocolate!
—Pues chocolate será.
La pequeña Lisa sonrió y dio saltitos hasta llegar al sofá de la sala, esperó a su familia pacientemente. Sus padres llegaron hacia ella con una caja de pizza y el bote de helado de chocolate, dejando ambas cosas en la mesita de café. La pequeña se sentía muy feliz por los grandes padres que tenía, siendo estos amorosos y protectores con ella, consintiéndola y llenándola de amor.
Pero estaba claro que esa felicidad no duraría para siempre.
Muchos dicen que todo lo bueno dura poco y Lisa lo experimentó a muy temprana edad, porque a la semana siguiente de eso sus padres tuvieron que dejarla con su abuela porque ellos iban a salir. Tenían planeado ir a un lugar para pasar el tiempo solos, puesto que con el nacimiento de su pequeña hija no habían tenido un tiempo para ellos. Por esa razón, esa noche de lluvia habían dejado a Lisa con su abuela materna. La niña estaba feliz porque amaba pasar tiempo con su abuela, puesto que de igual manera la consentía y le preparaba unas galletas deliciosas.
—¡No olviden traerme un dulce!— gritó la niña desde la puerta.
Lisa se despidió de sus padres abrazándolos y dándoles un beso en la mejilla, diciéndoles que los amaba y que volvieran pronto. Pero ella no sabía que no volvería a ver a sus padres. Debió decirles que no fueran. Debió insistirles.
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Cartas comestibles ➳ℓιzкσσк
FanfictionTodo el mundo hacía y mandaba cartas normales hacia sus enamorados o enamoradas. Pero para conquistar a una chica, era mejor enamorarla por el estómago, y, ¿qué mejor hacerlo con cartas comestibles? En donde JungKook le hace cartas comestibles a Lis...