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   Lo había perdido

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Lo había perdido.

Lo había perdido para siempre.

Dios, ¿por qué era tan indecisa respecto a sus sentimientos? Tal vez estaba siendo un poco dura consigo misma, porque los sentimientos tardan mucho en volverse claros y maldecirse por un atraso no estaba muy bien que digamos.

Pero Lisa aún no podía creer lo que acababa de suceder. Su mente aún procesaba toda esa información de la carta. Después de la humillación del aeropuerto, decidió volver a casa en taxi, puesto que no tenía ganas ni fuerza para caminar. Entró a su departamento y lloró por varias horas hasta que se secó. Su corazón dolía, dolía muy feo y ahora tendría que volver a vivir sin la persona que amase.

¿Por qué todo el mundo se iba de su lado? Tal vez era ella que estaba mal y por eso nadie quería acercársele, pero eso no justificaba las muertes de sus familiares. Entonces, ¿por qué JungKook se había ido de su lado? ¿Por qué la había dejado si se suponía que la amaba? Probablemente ese amor que le juró era falso, porque tal vez él la había visto muy desesperada y la ilusionó y cuando se cansó se fue.

Pero Lisa no quiso creer esa versión. JungKook no era así y el amor que le prometió era más que sincero y muy real, pero entonces, ¿por qué se había ido? Lisa le había mandado un montón de mensajes pidiendo explicaciones que no le llegaban. Probablemente la había bloqueado o tal vez nada más estaba apagado su celular. Pero necesitaba respuestas.

   Se levantó del suelo en donde se había dejado caer hace un buen rato, se dirigió al baño y lavó su rostro, quitando lo poco que le quedaba de su maquillaje. Se miró al espejo y se analizó. Tenía los ojos muy hinchados y sus labios igual por habérselos mordido intentando parar su llanto. Agarró una toalla y se talló la cara con ella. Sorbió su nariz y se miró otra vez al espejo, dándose asco por primera vez.

   —¿Por qué creí que por fin volvería a ser feliz?— se preguntó a sí misma con los ojos llenándose de agua—. Yo sólo quiero ser feliz...

Soltó un sollozo y en ese momento el timbre de su casa fue tocado, avisando que afuera había una persona esperando. Se limpió sus lágrimas e intentó arreglarse un poco el cabello y la ropa, respirando con fuerza para intentar calmarse. Caminó hacia la puerta y la abrió, sorprendiéndose con la persona que estaba ahí.

Era Min Yoongi.

   Suspiró cansado mientras bajaba del avión, arrastrando su maleta hacia la salida del aeropuerto

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Suspiró cansado mientras bajaba del avión, arrastrando su maleta hacia la salida del aeropuerto. Realmente no quería estar ahí, quería estar con Lisa y consentirla, pero ahora mismo no podía echarse atrás. Ya estaba ahí y suponía que no tardaría mucho. Al menos esperaba que fuera así.

Levantó la mirada y se topó con el rostro serio y deprimente de ese hombre que lo torturó por muchos años y que hace dos años había salido de sus manos. No le tenía miedo, ya no, porque aprendió a defenderse y si ese hombre lo volvía a tocar, le daría una merecida patada en los huevos.

—Tanto tiempo— dijo JungKook sonriendo falsamente.

—¿Qué le pasó a tu rostro?— preguntó fingiendo preocupación y el azabache sólo pudo reír sin ganas.

JungKook no traía el tapabocas, porque se había prometido a sí mismo que tenía que amarse y, además, se lo había prometido a Lisa. No se pensaba ocultar más, puesto que ya tenía la confianza suficiente y si alguien lo criticaba, le daría un buen golpe para que no se volviera a meter en su vida. Algo que debió haber hecho hace muchísimo tiempo.

—No lo sé, pregúntale al imbécil que me hizo esto.

Aquello lo había escupido con asco viendo con cinismo a su padrastro. No había cambiado nada, seguía igual a como hace dos años, aunque lo único nuevo era un tatuaje que se dejaba ver en su hombro izquierdo. Pero seguía igual de tarado.

El azabache subió sus maletas en la cajuela de la carcacha que tenía de auto ese hombre. Subió a la parte del copiloto sin decir palabra alguna. No quería hablar con él y no tenía la obligación de hacerlo. Estaba ahí por su madre, nada más. El auto empezó a andar y pronto llegó a la carretera, su padrastro puso la radio, dejando escuchar música en inglés noventera. El azabache prendió su celular, el cual había apagado por órdenes de la azafata del avión y de repente un montón de mensajes comenzaron a llenarle su pantalla. Sonrió con tristeza al ver que la mayoría eran de Lisa. Abrió el chat de Yoongi hyung y le avisó que ya había llegado a su destino. Cuando iba a contestarle a su amada, su padrastro se giró a verlo.

   —¿Es tu novia a quien le escribes?— preguntó burlón—. Me sorprende que haya alguien que te quiera con ese rostro.

   El azabache rodó los ojos.

   —Agh, qué te importa.

   El auto paró de golpe y JungKook miró a su padrastro con el ceño fruncido, el cual lo observaba con furia.

   —¡No te atrevas a hablarme así!— levantó su mano con intención de pegarle, pero el azabache fue más rápido y detuvo su acción.

   —No eres mi padre ni alguien tan importante como para que te respete— habló mirándolo con seriedad.

   Desabrochó su cinturón y abrió la puerta del auto, bajando y abriendo la cajuela para sacar sus cosas. No quería convivir más con ese hombre, menos cuando estuvo a punto de hacerle daño otra vez. Una vez que volvió a cerrar la cajuela, la carcacha de su padrastro aceleró sin siquiera despedirse. JungKook chasqueó la lengua y lo miró indiferente. Caminó un par de pasos por la acera y buscó en su teléfono un hotel cercano, porque estaba claro que no se quedaría en la casa de ese hombre.

   —Maldito imbécil.

Estaba solo en una inmensa ciudad de un país que no conocía. Tenía que arreglárselas por sí mismo y lo bueno era que sabía hablar inglés. Estaba ahí por su madre, aunque también podría empezar de cero... ¿no?

Cartas comestibles ➳ℓιzкσσкDonde viven las historias. Descúbrelo ahora