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   —Yah, ¿qué haces aquí?— escuchó decir a sus espaldas; la castaña de cabello largo se sobresaltó y se giró a ver a Lisa quien la miraba con el ceño fruncido y los brazos cruzados—

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   —Yah, ¿qué haces aquí?— escuchó decir a sus espaldas; la castaña de cabello largo se sobresaltó y se giró a ver a Lisa quien la miraba con el ceño fruncido y los brazos cruzados—. ¿Acaso lo estás espiando?

   —O-Oye, no— negó con una sonrisa nerviosa—. Solamente vine porque me pediste que le diera esto a JungKook— señaló una bolsa de dulces—. Pero, al parecer, está conversando con alguien...— miró de nuevo la carpa y trató de disimular de que no había escuchado nada. Dios, ¿acaso todo lo que el azabache dijo lo sabía Lisa?

   —Pues hubieras vuelto. No tienes por qué espiar a la gente— espetó un poco incómoda y Lía la miró confusa por su reacción. ¿Por qué estaba tan molesta?—. Vamos— la tomó del brazo y la alejó de la carpa del azabache. Lía miraba a Lisa confundida, pero aún así no dijo nada.

JungKook había escuchado voces afuera y se colocó rápidamente su cubrebocas y le dijo a su hyung que le hablaba más tarde. Cruzaba sus dedos pidiendo que ojalá no hubieran escuchado esas personas lo que le dijo a Yoongi.

   Lisa se sentó en la arena y se quedó observando el gran océano que estaba frente suyo

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Lisa se sentó en la arena y se quedó observando el gran océano que estaba frente suyo. Las olas subían y bajaban con suavidad y podía ver a algunas personas surfistas moverse con agilidad sobre sus tablas. Sonrió nostálgica al recordar momentos de su infancia, en donde sus padres aún vivían. Obviamente justo antes de ese horrible accidente.

Ella recuerda que cuando tenía cinco años le había pedido a su padre que le enseñara a surfear porque él era un excelente surfista. Tenía diversas medallas de oro y un gran trofeo que relucía en la sala de estar. Ella lo admiraba demasiado y se lamentaba una y otra vez el haberle pedido ese día que fuera a comprarle un dulce. Aunque tal vez eso no era la verdadera causa de su muerte, porque de todas maneras iban a salir. Solamente tenía que evitar que se subieran al auto.

La fémina recuerda que estaba muy pequeña cuando sucedió eso y que también se fue a vivir con su abuela, pero a los pocos meses también murió. Y ahí fue brincando de tío y tío hasta que se cansaron, ahorrando dinero por meses, más el seguro de vida de sus padres, pudieron comprarle una casa pequeña en donde pudo mantenerse y seguir adelante por sí sola. A veces su tía le mandaba dinero, pero otras veces no.

Ay, qué deprimente era su vida.

Esperaba que JungKook haya podido tener una infancia buena y bonita.

Y, bueno, hace un buen rato que no lo veía y esperaba que en estos momentos se encontrara bien. Aunque hablando del Rey de Roma...

—Hola, noona— saludó alegremente el azabache mientras se sentaba a su lado. Lisa lo miró y lo notó feliz mientras él observaba el mar, pudo ver cómo arrugaba los ojos, lo que significaba que estaba sonriendo—. ¿Qué has hecho en todo el día sin mí?

   —La verdad no mucho— sonrió un poco—. Pero, ¿ya te sientes mejor?— el chico le asintió con una sonrisa en el rostro—. Hay un lugar cerca de aquí que descubrí hace rato y realmente me gustaría ir contigo.— admitió sonriéndole tiernamente—. ¿Vienes?

   El azabache asintió y se levantó de la arena para luego tenderle la mano a Lisa y ayudarla a pararse. La fémina le agarró la mano y se levantó, mirándolo a los ojos todo ese momento. Siempre había dicho que él tenía un ligero brillo en los ojos y es que, ese pequeño brillo se dio cuenta que solo lo ocasionaba ella. También lo había visto en cosas que le apasionaban o le gustaban.

Tal vez sólo le brillaban los ojos porque ella le caía bien, ¿no? Porque Lisa pensaba que otra cosa no podía ser. La calidez de su mano contra la suya la hacían sentir paz y tranquilidad; una sensación de familiaridad que no quería que se acabara nunca. Su corazón se aceleró por pensar aquello.

No le soltó la mano. Se acomodó junto a él y entrelazó sus dedos con el contrario y caminaron juntos hacia la zona donde había dicho ella. Lisa sentía su estómago cosquillear y sus mejillas calentarse. No entendía qué demonios le estaba pasando y pensaba que nada más se estaba enfermando.

Ambos llegaron a un lugar completamente nuevo a los ojos de los dos. La verdad era que Lisa no había descubierto ese lugar, sino que se lo habían dicho y era en verdad muy bonito. Era como un tipo de arcade en donde habían diversos juegos, pero esta vez todo estaba al aire libre. Todas las máquinas y demás cosas podían verse.

La fémina lo jaló y apresuró su paso para por fin llegar ahí.

Todo era gratuito para ellos por ser estudiantes de la preparatoria Hunkuk, así que podían darse el lujo de probar todos los juegos sin contradicciones. Les dieron la bienvenida a su humilde lugar de diversión y ambos fueron a un juego de baile.

—Antes que nada, debo admitir que tengo dos pies izquierdos— dijo JungKook acomodándose el tapabocas y Lisa nada más rió ligeramente.

—Lo importante es divertirse.

Pronto el juego de baile comenzó, empezando a sonar una canción que de momento estaba de moda. El azabache seguía las flechas luminosas del suelo con facilidad, moviéndose realmente ágil y la chica a su lado lo miraba sorprendida y con envidia al no poder ella hacer lo mismo que él.

   Lisa amaba el baile y realmente era muy buena en lo que hacía, pero ese juego parecía estar defectuoso porque la chica no podía seguir el paso del azabache.

   Al final dejó de lado si le salía bien o no, porque le había dicho a JungKook que lo que importaba era divertirse y no tomárselo personal. Ambos rieron intentando bailar un nivel más alto con una intensidad más rápida. Mirándola de vez en cuando para admirar aquella sonrisa que derretía todo su ser, creando una bonita sensación en su corazón. Y Lisa lo observaba para admirar aquellos ojos que brillaban como dos luceros en una noche muy oscura, iluminándole la vida.

   Sin duda pasarían un buen rato ahí.

Cartas comestibles ➳ℓιzкσσкDonde viven las historias. Descúbrelo ahora