Capítulo # 63

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Narcisa estaba preocupada por su hijo, no sabía nada de él desde la tarde, miraba sin pestañear a la chimenea.

Al cabo de unos minutos llegó Draco molesto, pero todo rastro de malestar se disipó cuando vio el rostro preocupado de su madre.

- Madre ¿Qué haces despierta a estas horas de la noche? Deberías estar descansando - aseveró el rubio preocupado.

- Ay hijo con todo lo que ha pasado últimamente me es difícil dormir tranquila, si tú no estás en la casa - susurró Narcisa.

El rubio entendió que su madre ya no podría quedarse sola en la Mansion. Así que tomó una  decisión que lo hablaría con McGonagal mañana a más tardar.

- Stuart, ven aquí - llamó Draco a su viejo elfo.

El elfo había servido por tantos años a los Malfoy, que conocía muy bien sus gustos y necesidades. Así que se apareció con una charola de té de valeriana para su ama.

Hizo su habitual reverencia para luego entregarle la tacita a Narcisa. Ama ¿Le gusto el té que le traje? - preguntó.

- Sí, Stuart ¡Gracias! - agradeció Narcisa - tú siempre tan acertivo y servicial.

Luego de unos minutos, Draco y su madre subieron a la planta alta para descansar en sus respectivas habitaciones.

Draco tomó un baño para relajarse, pero no era fácil enfriar su ardiente amor con una ducha fría. Su cuerpo extrañaba a Hermione.

Suspirando se sentó en la tina, colocó esencias de lavanda, para relajarse y poder dormir... Pero al abrir los ojos su mente se burlaba de él...

La puerta se abría y entraba una hermosa castaña, con una pijama vaporosa y semitransparente, el rubio al verla se mordió el labio para ahogar un gemido de excitacion... Quiso levantarse, pero la aparición se levantó la bata mostrando que no llevaba ropa interior y se sentó a horcajadas sobre él. Su miembro brinco de gusto y se empalmo en toda su longitud.

La castaña sonrió y con su mano comenzó a acariciar el miembro de su novio, luego se agachó y se lo metió a la boca, para
lamerlo a su gusto, tal como si fuera una paleta.

Terminó de quitarse la bata para quedar totalmente desnuda y a merced de su amado.

Draco la tomó de la cintura acercandola a él, para acariciar con sus largos dedos sus curvas, beso sus labios de cereza, repartiendo besos por toda su cara, cuello y dejando un camino de besos hasta sus pechos, cuyos pezones estaban duros por el deseo, los junto con sus manos para besarlos y morderlos  alternativamente y a su gusto.

Hermione gemia quedito y se mojaba los labios, quería sentirlo dentro de ella.

El rubio murmuró - un muffliato de manera verbal, porque quería que la aparición gritara de placer.

La castaña no podía más así que se aflojó de su agarre y se sentó sobre su gran ereccion, haciendo que ambos gimiesen de placer.

Draco la tomó de las nalgas, peñizcandolas y apretandolas para marcarle el delicioso movimiento que tenía que seguir para la satisfacción de ambos.

Hermione subía y bajaba apretando su vagina en el camino, Draco sentía un inmenso placer, la fricción de su miembro dentro de su cavidad apretada lo hacía gruñir de placer, y después de unas cuantas estocadas más, su simiente salió y lleno todo su ser sin precauciones, ya no les importó pociones ni nada, solo querían amarse y no alejarse nunca más.

Draco quería seguir amando a su mujer, salió con ella de la tina, con sus piernas cruzadas en su cintura y así mojados, la recostó en la cama... Abrió sus piernas y empezó a lamer y a chupar su clitoris con hambre, mientras metía y sacaba su lengua.

Hermione gemia y arqueaba su espalda para darle más acceso, agarró la sabana con sus manos desesperada, sentía un orgasmo arrasador cerca y el placer estaba exquisito.

- No te conténgas mi amor - pidió Draco - grita todo lo que quieras, grita mi nombre, siente mi amor porque soy tuyo.

Hermione obedeció y el placer la azotó con fuerza, gemia y jadeaba de placer, pero aún lo deseaba, se colocó en cuatro y lo invitó a penetrarla, Draco no dudo y la tomó de nuevo besando su columna, y acariciando sus senos, metió toda su longitud haciéndola jadear de placer, así estuvieron por un rato, estocada tras estocada hasta que ambos llegaron al ansiado orgasmo.

Draco se tumbó en su cama arrastrandola hasta dejarla recostada en su pecho.

Aunque era tarde ya, ninguno de los dos se había dormido. El rubio acariciaba sus rizos con adoración. Ella jugueteaba con sus tetillas y besaba su pecho duro y niveo…

Pero la curiosidad le pudo más, Hermione levantó su cabeza para encontrarse con los ojos plata de su hombre que la miraban con ternura - ¿En qué momento descubriste que no era una aparición? - preguntó.

- Siempre lo supe, amor - respondió el rubio

- Pero ¿Cómo?

- Las apariciones no gimen, no gritan, no te hacen cositas ricas con su boca - aseguró.

Eternal FlameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora