¿Viaje en el tiempo? ¡De Verdad!

San Valentín para adultos 101

El día de San Valentín no solo fue un día difícil para Rose Potter, y mientras Sirius originalmente se había reído tontamente de las cartas de su hija quejándose sobre el temido día, ahora se preguntaba si su preciosa Bambi no había sabido algo.

El día de San Valentín chupaba bolas.

Algunos podrían reflexionar sobre su disgusto por el día considerando sus circunstancias: tenía una hermosa prometida que disfrutaba de las cosas más simples de la vida, tenía suficiente dinero para comprarle una isla entera si quería, y se conocían desde hacía más de una década. Si incluso él estaba teniendo dudas sobre el evento romántico, ¿Qué esperanza tenía alguien?

Sirius era un Gryffindor valiente y atrevido, pero honestamente le estaba resultando difícil reunir la más mínima pizca de motivación para los eventos del día. Todo lo que quería hacer era acurrucarse en su cama con las mantas cubiertas sobre su cabeza y quedarse dormido escuchando música muggle de mierda que habría ofendido mortalmente a sus padres. Realmente no quería hacer nada hoy. Al menos, eso es lo que se estaba diciendo a sí mismo.

La verdad era que solo había estado libre de Azkaban por menos de un año, y todavía estaba aterrorizado de que iba perder todo lo que había ganado, que iba a despertar un día y descubrir que los últimos ocho meses de su vida no fueron más que un sueño. Su preciosa y loca hija, divirtiéndose nuevamente experimentando con Moony, estando con su bella Amy...

La mujer a la que pensaba proponerle matrimonio hoy.

Sabía que era un pequeño cliché proponer matrimonio el día de San Valentín, pero en realidad no le importaba. Casi había arrastrado a Moony a la bóveda de la Familia Negra y había pasado horas buscando entre generaciones de joyas familiares, tratando de encontrar un nuevo anillo de compromiso que se adaptara a su prometida. Sabía que ya se había propuesto una vez, pero eso fue hace más de diez años y las circunstancias habían cambiado; eran personas diferentes a las que eran antes y quería que ella supiera que todavía hablaba en serio, sin juego de palabras, sobre su relación.

Después de una tarde entera durante la cual el nuevo Lord Black se puso un poco bizco mirando la montaña de joyas que su familia había acumulado a lo largo de los años, él y su mejor amigo encontraron lo que sabían que era el anillo perfecto para la mujer seria.

La banda estaba hecha de oro blanco con intrincados grabados de runas en los lados exterior e interior, con promesas de dedicación y confianza, y el centro tenía un pequeño diamante en medio de las runas.

Había un segundo juego de anillos con runas similares para una boda, y Sirius esperaba tener la oportunidad de usarlos en el futuro.

Amelia era una mujer a la que no le gustaba la extravagancia exagerada de muchas familias mayores, y Sirius sabía que prefería los gestos románticos con significado en lugar de los impulsados por el dinero. Fue por esto que Sirius le había rogado a los Potter y los elfos negros algunas lecciones en la cocina, y decidió que la llevaría a un picnic y le propondría matrimonio en ese momento.

La ubicación era un pequeño campo con un estanque donde los dos habían pasado muchos días en la academia de Auror aprendiendo a luchar juntos, y el lugar era donde los dos se habían besado por primera vez después de admitir sus sentimientos el uno por el otro.

La canasta estaba llena de sus comidas favoritas y algunos otros recuerdos de sus citas, incluida una olla del mismo helado que habían comido antes de que él se lo propusiera originalmente.

No le importaba si alguien decía que era cursi, sabía que lo era y no le importaba. Su vida finalmente estaba cambiando y una vez más estaba en una relación con la mujer que amaba más que a nada.