Coral
La cosa estaba así: Había demostrado mi punto besando a un chico que apenas conocía para poder cerrarle la boca a otro que tenía aires de adonis insuperable.
El tema radicaba en que, si bien ya había logrado mi cometido, mis deseos de separarme de Eros Sadik fueron nulos. Sin embargo, por respeto al desconocido, busqué en mi interior el autocontrol que tenía guardado, posé mis manos en su pecho y me alejé de él para terminar con el repentino beso que le di. Luego, me giré con una sonrisa, encontrándome exactamente con la escena que tenía premeditada en mi cabeza.
Tanto el bombonazo de Kian como su amigo Wilfred se mostraron estupefactos ante la escena, aunque tal vez exageraron un poco con sus reacciones; incluso Eros, él jamás hablaba, pero casi me sentí culpable por el atrevimiento, ya que tuve el leve temor de que hubiera perdido la voz. Solo supe que estaba consciente porque aún seguía respirando.
—Bueno, dejando claro mi punto en todos los sentidos, creo que mejor me voy —rompí el silencio—. ¿Quién lo diría? Yo vine a ver unas patinetas y me terminé llevando un beso gratis.
Decidí darles la espalda al comprender que no tendría respuesta por parte de ellos y emprendí mi rumbo hacia la salida. No obstante, antes de que pudiera salir, logré escuchar a Kian decir:
—No sé si tendrás más problemas tú o ella por lo que acaba de suceder.
Ignorando aquello opté por volver a casa, aún sin poder creer del todo que había besado a Eros. A pesar de que él no me correspondió del todo y se quedó estático hasta el final, me sentía dichosa por mi pequeño logro. Es decir, no cualquiera podía decir que había besado a uno de los chicos más guapos del instituto sólo por capricho.
En el momento que iba por la calle en busca de algún taxi que me llevara a mi hogar, pasó una motocicleta a toda velocidad por mi lado logrando que una fuerte ventisca moviera la falda de mi uniforme y mi cabello con ello. De inmediato reconocí que se trataba de Eros.
No tenía idea de si le había encantado, o tal vez enfadado, mi atrevido acto, ya que aquel chico era bastante reservado y era más cerrado de una almeja cruda. Podía decir con seguridad que había cruzado menos de veinte palabras conmigo en toda la semana que lo llevaba conociendo. Sin embargo, aquella actitud tan arisca y esquiva, en vez de alejarme, me incitaba a querer descubrir más cómo era, a pesar de que él me ponía la situación bien difícil a decir verdad.
Quitando mis pensamientos de él, centré mi atención en un taxi que estaba a lo lejos. Le hice una seña con mi mano para que se detuviera, este llegó hasta mi lugar para después subirme y darle la dirección de mi casa.
Al llegar a mi dulce hogar, me encontré con el mismo panorama que me había estado recibiendo a diario, solo al abuelo cuidando de algunas plantas en el patio trasero. Supuse que mi hermana aún no llegaba de su búsqueda de trabajo.
—Hola, viejo.
El anciano se movió apenas y giró su cabeza hacia mi dirección levemente.
—Hola, hija. Me alegra que hayas llegado bien, ¿cómo te fue?
Divagué un poco al dar mi respuesta, me había ido bastante bien, pero no por el motivo principal. Mi visita hacia ese barrio fue por el hecho de que me recomendaron que allá vendían patinetas a un buen precio, sin embargo, salí premiada con un beso gratis.
Había una frase que decía: «La vida da muchas vueltas, muchas vueltas da la vida...». Y solo en ese momento pude comprender la realidad de esas palabras.
—Coral.
—¿Ah?
—¿Cómo te fue? ¿Pudiste encontrar una patineta que te gustara?
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En La Mirada De Eros [03 - SpinOff] TERMINADA✔️ #Wattys2023
Teen Fiction«Hay veces que el amor más intenso se oculta detrás del silencio más profundo». ---------- Eros Sadik. ¿Qué se podría decir de él? Todo lo que define su persona es el silencio. El quinto y último hijo de la familia Sadik jamás se preocupó por demost...