Muerte.
Perder a un ser querido es, por lejos, lo más difícil que un ser humano puede llegar a vivir.
Cuando la muerte se llevó a las personas que para Eros eran lo más importante en su vida, —siendo apenas un adolescente de 14 años—, él sintió que toda fortaleza que lo sostenía se derrumbó con aquella pérdida.
Con el fallecimiento de sus abuelos, ya nada pareció tener sentido. Ellos eran los únicos que lo entendieron y acogieron; mientras que sus padres y hermanos luchaban a diario para poder superar los obstáculos que les había puesto la vida para poder salir adelante.
Y era por ello que existía algo que no se permitía hacer en la vida: olvidarlos. Cada que podía iba iba al cementerio para buscar algún tipo de refugio, comprensión y atención, pero teniendo siempre en cuenta que nada era igual desde sus partidas, le faltaba una cosa que jamás volvería a recuperar: Sus consejos; volver a escuchar sus voces. Ellos ya no le respondían por más que él intentara hablarles.
Sin embargo, hubo un día en especial que lo sacó por completo de su rutina, dándole, por primera vez en mucho tiempo, algo interesante que ver.
Justo en el momento que iba de camino a los sepulcros de las personas que lo cuidaron durante años, pudo distinguir a los lejos una silueta sentada sobre el pasto abrazando su rodillas hecha un ovillo, la diminuta figura de la chica parecía estar ocultándose de algo, o quizá, de alguien.
La curiosidad pudo con él, aun sabiendo que eso nunca llevaba a nada bueno, y caminó a paso silencioso hasta acercarse al lugar donde yacía aquella muchacha. Cuando hubo quedado a unos cuántos metros de distancia, la chica alzó su vista al cielo y presionó sus labios con fuerza.
—No llores, no llores... —habló más para sí misma, casi parecía una súplica.
Eros se quedó inmóvil sin saber muy bien qué hacer o decir, aunque lo más sensato era seguir por su camino y dejar a la pobre chica con su lucha interna en paz.
Finalmente, al ver que no sería de gran ayuda en ese cuadro, decidió irse, mas no llegó muy lejos cuando se percató de que lo que tanto se repetía ella para que no sucediera, terminó por suceder. Una lágrima cayó por el rostro de la chica, pero lo que más le sorprendió fue darse cuenta de que estaba molesta.
—¿Por qué no puedo soportar un poco más? Por favor, no quiero seguir llorando, eso preocupará más a mi abuelo y a mi hermana... —su barbilla temblaba y el dolor era evidente en su voz—. Ya ha pasado más de un años, por Dios, supéralo... No criaron a una débil —farfulló.
Él se reprochó de forma interna por estar invadiendo el momento privado de ella, así que se giró dispuesto a irse tal como llegó, en silencio. Pero lastimosamente no todo salía como uno esperaba, ya que pisar una insignificante rama supuso ponerlo al descubierto producto del sonido que emitió al hacerlo.
Y ahí fue cuando la vio, sus ojos verdes con un toque azulado estaban eclipsados por las lágrimas que caían por sus mejillas, sin embargo, eso no impedía que dejaran de ser un color muy especial.
La chica eliminó todo rastro de que hubiera estado llorando y en un segundo se recompuso poniéndose de pie como si nada hubiera pasado para enfrentar al curioso Eros que la miraba sin emitir palabra alguna.
Ella frunció el ceño y se cruzó de brazos.
—¿Quién eres? —interrogó, molesta.
Él no dijo nada porque no sabía muy bien qué responder, sabía que luego de eso vendría otra pregunta y no le apetecía quedar en ridículo por haber estado espiando como un loco a una chica que no conocía de nada. Así que decidió posar su vista en las flores que tenía en sus manos, específicamente en la de que parecía ser de color negro, pero que en realidad era de un rojo muy muy intenso. Por alguna extraña razón, amaba ese color y lo poco común que era en una rosa.
—Hey —la chica chispeó los dedos para llamar la atención de él—. Te estoy hablando, ¿qué hacías ahí parado mirándome?
El viento meció su cabello liso y oscuro hacia un lado, su contextura era delgada y muy poco proporcional, pero aun así lograba intimidar con su actitud.
—¿Por qué te obligas a no llorar?
Su pregunta fue demasiado simple, pero no supo cuán importante e impactante resultaron ser esas palabras para ella.
La mirada de ella divagó por unos segundos buscando alguna respuesta lógica, pero a la vez esquiva para contestar, mas nada salió. Por muy sorprendente que fuera, el chico misterioso la había dejado sin habla, cosa no muy habitual para Coral Edevaine.
—Que linda rosa —contestó al fin posando sus ojos en la flor negra y de paso evadiendo la pregunta.
Las flores en la familia de Eros suponían algo muy importante y no se regalaban a cualquier persona, pero estuvo dispuestos a sopesar la idea solo para darle consuelo a la extraña niña que en realidad parecía necesitar algún tipo de apoyo con urgencia.
Él fijó su vista en la delicada rosa negra que más le gustaba entre todas y, sin saber por qué, la sacó del ramo y se la tendió sin decir una palabra, no obstante, con el gesto explicó todo: Te consuelo en silencio.
Ella enarcó su ceja, confundida, pero de igual forma la recibió. Tampoco supo por qué lo hacía sabiendo que era un completo desconocido. Aun así recibió el gesto como si con eso dijera: Gracias por tus pequeños segundos de atención.
Y así fue como Eros se marchó por un camino y ella tomó el otro en sentido completamente contrario sin decirse sus nombres, sin haber hablado más y teniendo siempre el pensamiento de que jamás se volverían a ver, pero agradeciendo por dentro los pequeños segundos que pudieron conocerse. Sin embargo, ellos no contaban con el hecho de que el mundo era redondo y que en algún momento sus vidas se volverían a cruzar, ya fuese por accidente o porque así debía suceder.
ESTÁS LEYENDO
En La Mirada De Eros [03 - SpinOff] TERMINADA✔️ #Wattys2023
Novela Juvenil«Hay veces que el amor más intenso se oculta detrás del silencio más profundo». ---------- Eros Sadik. ¿Qué se podría decir de él? Todo lo que define su persona es el silencio. El quinto y último hijo de la familia Sadik jamás se preocupó por demost...