Ambos chicos se encontraban sentados en los columpios, debajo de la lluvia, sin nada con que cubrir sus cuerpos.
- ¿Hueles eso Mat?... Es simplemente maravilloso, ¿No lo crees?
- Kei... Hay cosas más maravillosas en el mundo que eso y para mí... Tú...
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Los días habían pasado con rapidez para nuestro protagonista y para su mala suerte no había logrado ver a Mitsuya en todo ese tiempo por diferentes razones.
La primera, cada vez que iba al club a intentar saludarlo y agradecerle por su ayuda, una chica más bajita que él le terminaba cerrando la puerta en la cara. Dejándolo con un golpe en la frente y la palabra en la boca.
¡¿Cuál era su maldito problema?!, Kei solo quería agradecerle de manera apropiada a Mitsuya por su ayuda, ni siquiera conocía a esa chica como para que lo tratara así y más de una vez se vio tentado a irrumpir después de que le cerrará la puerta, pero su parte razonable nunca lo dejaba.
La segunda, si no era la chica quien lo intimidaba, era un chico alto con el cabello rapado y una figura extraña a un costado. Más de una vez sintió su mirada mientras intentaba acercarse al mayor, Kei no tardaba ni un segundo en cambiar su rumbo, fingiendo ir al lado contrario de ellos.
No conocía su nombre, solo había escuchado como un par de alumnos lo llamaban Hakkai y que al parecer no se alejaba de Mitsuya ni siquiera por un segundo, mala suerte para nuestro pequeño Kei.
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No fue hasta que un día logro colarse al club, o más bien, entrar detrás del chico alto de cabello rapado y otro de cabello rubio, intentando no ser notado por nadie.
Pero claro, la suerte no estaba de su lado y antes de que cruzara la puerta la misma chica de coletas lo detuvo.
Entre quejas Kei intento explicarle el porqué estaba otra vez “molestando a su jefe”... ¿A quién diablos se refería con “jefe”?, Era lo que el bicolor pensaba mientras se negaba a salir del club.
— Oh, que sorpresa... Pero si es nada más y nada menos que el niño lindo. — Por segunda vez el de hebras cortas bromeó con el recién llegado, había notado su presencia desde antes, pero verlo quejarse y pelear le había parecido divertido así que no intervino hasta ese momento.
– Mitsuya, gracias al cielo. — Intentó alejarse de la chica que insistía en empujarlo para que saliera. — Esa niña loca no para de hablar de un supuesto “jefe”, creo que piensa que esto es una secta satánica o algo parecido... ¡Además, llevó días intentando entrar y siempre me cierra la puerta en la cara, de no ser por ese chico rubio el día de hoy hubiese sido lo mismo! — No se atrevió a señalar a ninguno de los dos mencionados, le parecía una falta de respeto y él no se rebajaría a ese nivel. Por lo menos no ahora.
Takashi soltó una suave risa, llamando la atención de los que estaban mirando la pelea, o más bien, rabieta por parte del chico de puntas teñidas.
— Les dije que dejarán de llamarme jefe, ahora el niño lindo pensara que soy líder de un culto. — Palmeó el hombro de Kei invitándolo a pasar junto con ambos chicos que se encontraban frente a ellos.
