Ambos chicos se encontraban sentados en los columpios, debajo de la lluvia, sin nada con que cubrir sus cuerpos.
- ¿Hueles eso Mat?... Es simplemente maravilloso, ¿No lo crees?
- Kei... Hay cosas más maravillosas en el mundo que eso y para mí... Tú...
Itai.Uno de los generales del ejército del Rey David, Itai a pesar de las insistencias de David por no compartir su amargo destino, decidió no abandonarlo. Itai puede traducirse como "Leal", "Fiel", "Amigable", etc.
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Chifuyu Matsuno, 26 años de edad.
Su cabello negro se encontraba mojado por la reciente ducha, pequeñas gotas aún caían de este, mojando por el camino el piso y la ropa que usaba.
El timbre de su departamento sonó. Sonó como un recuerdo que lo trajo de nuevo a la realidad.
Miró el calendario con varios días rayados con una marca roja, específicamente una línea en cada recuadro, línea que indicaba que día era, ese día era viernes.
Viernes. Perdió la cuenta de la cantidad de viernes que se había mantenido junto a la puerta, esperando el paquete semanal de mangas que llevaba un señor.
Jamás se enteró de quién eran los paquetes y por más que insistiera al hombre de que le dijera el remitente, siempre se negaba.
Dejó de preguntar después de un par de meses, hasta ese día, volvería a intentar saber quién enviaba ese paquete.
Acostumbrado a la rutina se acercó a la puerta mientras acomodaba correctamente su ropa y abrió con una leve sonrisa.
— Buenas noches, señor… Sé que dejé de insistir con esto hace meses, pero de verdad quiero saber quién envía estos paquetes. — Su mano libre tomó la tabla y el lapicero para firmar el documento que verificaba la entrega de la caja. — ¿Me dirá quién es la persona?
— Lo siento mucho Chifuyu-san, usted sabe que no puedo decirle nada al respecto. — El hombre recibió de nuevo la tabla de madera junto con la hoja ya firmada, tomó el paquete del suelo y se lo tendió a su dueño. — Si él se entera de que le dije esto me matará, pero… El chico tiene el cabello bicolor.
Antes de que Chifuyu pudiera preguntar algo más, el señor se alejó a pasos apresurados, tenía que fingir que no había dicho nada o su cliente lo mataría.
Él… Bicolor… Maldijo internamente al tener una idea de quién se trataba.
¿Cómo es qué fui tan tonto como para no pensar en él?… Maldito imbécil, se recriminó, pero no solo por su reciente descubrimiento, sino, también por los recuerdos que eso trajo consigo.
Tenía que comprobar si era la misma persona que pensaba la que se había esmerado en mandarle esos mangas cada semana, que hasta hace poco lo hacían sentir importante.
Abrió la nueva caja con sumo cuidado, porque a pesar de tener la curiosidad a flor de piel, se negaba a hacerle daño al contenido.
Lo primero que encontró fueron varios tomos de diferentes series, una sonrisa apareció en su rostro por eso.