Ambos chicos se encontraban sentados en los columpios, debajo de la lluvia, sin nada con que cubrir sus cuerpos.
- ¿Hueles eso Mat?... Es simplemente maravilloso, ¿No lo crees?
- Kei... Hay cosas más maravillosas en el mundo que eso y para mí... Tú...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Kei llegó al lugar acordado para la reunión con Alex detrás de él intimidado a las personas que miraban al menor, aunque en realidad parecía más que nada un perrito faldero.
Alex bien sabía lo que pensaban respecto a su persona, pero hacía oídos sordos a los comentarios, de cualquier forma, desde que se conocieron fue así.
Lo seguía a todos lados, se preocupaba por su integridad física, resolvía los problemas que generaba, entre otras cosas, aun así no podemos culparlo de cuidar a la persona de la cual estaba enamorado desde hace 12 años.
Sabía que su amor no era correspondido, bien lo sabía y a pesar de eso jamás se alejó de él, cosa que Kei agradeció por un tiempo.
Habían tenido una relación excelente durante aproximadamente 11 años, el año pasado cambio todo, cuándo Alex había intentado besarlo.
Desde ese día las intenciones de ambos habían cambiado. Por un lado Kei que intentaba alejarlo a cualquier costo, ya que se sentía incómodo con las actitudes de su “amigo” y por otro Alex con la intención de enamorarlo y hacerlo olvidarse de su amorío adolescente.
Kei se volvió más esquivo y frío con su persona al notar sus intenciones, por más que lo quisiera, no podía corresponder sus sentimientos, no si aún seguía amando a la misma persona de la cual cayó perdidamente enamorado.
No lo creía justo, para ninguno de los dos… Solo sería una relación falsa sin sentimientos de su parte y se negaba a ilusionar de más a Alex.
Se adentró a la habitación con una leve sonrisa al saber que se encontraría con su único amigo con el que mantenía contacto, o más bien, con su líder.
Sonrisa que desapareció en cuánto entró un cuerpo distinto al que acostumbraba ver dentro de su campo de visión.
Kisaki Tetta, como odiaba a ese imbécil, no solo por el hecho de amenazarlo con lastimar al que alguna vez considero su alma gemela, sino también por hundir cada vez más a Mikey y no poder hacer nada para detenerlo.
— Kei-Kei, ¿Qué tal tu día? — Una sonrisa arrogante se plasmó en su rostro, inmediatamente el bicolor se limitó a rodar los ojos sin ocultar su cara de disgusto.
— ¿Otra vez ese estúpido apodo? — Su mano se volvió un puño debajo de la mesa, rezando mentalmente a que su amigo Sano llegará dentro de poco o no se haría responsable de la disputa que tendría con el teñido. — Te lo dije imbécil, para ti soy Masahiko Kin.
— Detalles que no me importan para nada. Tampoco puedes hacer algo para que deje de llamarte así o… ¿Acaso quieres que le demos una pequeña visita a Matsuno?
Su cuerpo se tensó ante la mención de esa persona, miles de pensamientos pasaron fugazmente por su mente y no fue consiente del momento en que se había parado de su lugar para encararlo.
