Ambos chicos se encontraban sentados en los columpios, debajo de la lluvia, sin nada con que cubrir sus cuerpos.
- ¿Hueles eso Mat?... Es simplemente maravilloso, ¿No lo crees?
- Kei... Hay cosas más maravillosas en el mundo que eso y para mí... Tú...
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Lunes.
Las clases habían terminado y como Kei le prometió a Mitsuya se dirigió a su club.
Intentó pasar desapercibido y lo hubiese logrado de no ser por la niña que cubría la puerta. De nuevo podíamos apreciar una pelea entre ambos, por un lado Kei que quería pasar para ver a Mitsuya y del otro a la chica empujándolo fuera del salón.
Los pasillos que antes eran silenciosos ahora retumbaban por una pelea entre susurros, lo cual llamaba la atención de algunos alumnos.
- Ya te dije que Mitsu me pidió que viniera, solo déjame pasar. - Kei se estaba cansando de esperar, aunque algo dentro de él agradecía que no lo dejará pasar.
- No, el líder nunca mencionó que tú vendrías, así que no. - La chica logró cubrir la puerta en su totalidad con su pequeño cuerpo, impidiéndole de cualquier forma entrar.
- Bien, en ese caso me iré... Pero antes. - Kei había captado a lo lejos el cuerpo de Jin y sin pensar en sus acciones levantó un poco la voz. - ¡Jin, si Mitsuya pregunta por mí, dile que intenté entrar, pero su guardia de seguridad no me dejó!
La chica se sobresaltó por el repentino grito y con una sonrisa nerviosa alzó su pulgar en señal afirmativa para después regresar su atención a su libreta.
El teñido estaba celebrando internamente el haber tenido una excusa para salir de la escuela, le incomodaba en demasía el hecho de que Takashi tuviera que tomar sus medidas para el uniforme de la pandilla.
Había logrado alejarse unos pasillos más antes de chocar contra un cuerpo, alzó la mirada para disculparse y suspiró rendido al reconocer a la persona.
- ¿Ya te ibas?, Necesito tus medidas para antes de la próxima reunión. - Mitsuya revolvió su cabello mientras lo obligaba a caminar de regreso al salón.
- Intenté entrar pero tienes una guardiana en la puerta que jamás me deja pasar. - Kei maldijo en voz baja el toparse con su amigo, seguramente el universo lo odiaba.
- ¿Sigue sin dejarte pasar? - El pelimorado no pudo evitar retener una risa. - Deberías unirte oficialmente al club, ya sabes, así podrás entrar cuando quieras.
- Lo pensaré.
El resto del camino fue en silencio, Kei quería encontrar alguna otra excusa para salir de esa situación, pero sabía mejor que nadie que Mitsuya lo obligaría a regresar, por lo que simplemente acepto su destino.
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