Textos del alma

fin

Dejé de dibujar cuando me dí cuenta de que no era lo suficientemente buena. Tampoco era mala pero no era la mejor, en algún momento dejaron de admirar mis dibujos y comenzaron a destacarse otros mejores que yo. Así fue como perdí la pasión y, al dejar de emplear mi tiempo en ello, la habilidad. Lo mismo me ocurrió con la escritura; un día noté que no era tan buena, que nunca sería la mejor, que la gente a la que me consideraba superior me superaba. Desde entonces me resulta casi imposible escribir.

De esta forma he perdido pequeños talentos que me hacían feliz; si hay algo en lo que no soy lo suficientemente buena mi cerebro lo bloquea y dejo de interesarme por ello. Cada día me encuentro con más gente talentosa y dejo de competir en su misma carrera. Algún día me daré cuenta de que no soy excepcional en nada y caeré muerta en vida con el corazón seco, exprimido de pasiones y anhelos. Entonces no llegaré ni al más común de los mortales pues no quedará en mí ni rastro del gusto por cualquier actividad. No solo dejaré de amar todo lo que hago, sino que dejaré de poder hacerlo; será mi fin.