Q

3 1 0
                                    

Partiste y yo no supe comprenderte. Prendiste una luz en mi eterna oscuridad y saliste de mi vida. No te busqué, confíe en tu regreso y no vi cómo abrías tus alas para desaparecer entre las nubes. Llegué a creer que no te volvería a ver y, en cierta medida, tuve razón.
Cuando miro al pasado veo tu alma cambiando de rostro una y otra vez. Nunca noté lo irreal de tu existencia pero ahora lo sé. Entrabas en mi camino luciendo disfraces  comunes para esconder tu identidad y sostenías mi mano. Pasaste de amigo a maestro y de maestro a salvador, y yo lo vine a saber cuando ya me habías dejado.
Sé que no te reconocería si te encontrara de nuevo, que incluso si lo hiciera negarías mis palabras como si estuviera loca; tal vez lo esté.
Ya no quiero volverte a ver aunque extraño tu risa. Sé que tu llegada me salva de grandes errores pero prefiero no darte la oportunidad, no cometer ninguno. Aún así sé que estás conmigo previendo mis pasos, curando mis heridas. Puede que nos encontremos una vez más, esta vez sin precedentes sangrientos. Si alguna vez pasa, confío en que me buscarás y anidarás en mi.

Textos del almaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora