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Siempre supe que te vería de nuevo, que llegarías rompiendo las puertas y machacando todo a mi alrededor. Sabía que serías como el caballo de Atila, que solo dejaba cenizas tras sus pasos, donde la hierba jamás volvería a crecer. Sabía que llegarías pero cada noche rezaba por que no lo hicieses tan pronto, a pasar de que te extrañaba.
Hoy te tengo ante mí, entrando en mi mente como la última vez, y yo sólo puedo verte hacerlo porque ya no soy quien mueve mi cuerpo. ¿Por qué vienes? ¿Por qué quieres destruir la poca humanidad que me queda? Eres una muerte lenta que no mata y una vida larga que no vive.
Dime por qué tengo que ser como tú y perderme en los laberintos sin minotauros. ¿Por que no tengo un hilo que me guíe hasta el centro o la salida? Dime por qué no puedo volar lejos y olvidarte, por qué el dolor de tu alma se refleja en la mía y por qué los espejos se convierten en  portales que te muestra a ti en mi lugar.

Textos del almaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora