Nevi – Philadelphia
Exteriores de la fábrica, Dic. 10:30Nunca le dije a Nee que dejaría de fumar, pero estaba dispuesto a intentarlo; al menos por un tiempo. No obstante, ahora mismo ni siquiera mi garganta adolorida, corroída por la gasolina, es impedimento para que dé caladas al cigarrillo entre mis dedos como un maníaco.
Pero con el cigarrillo consumido casi hasta el filtro y una mano ya pululando cerca de mi bolsillo para tomar otro, comprendo que ni siquiera una cajetilla completa sería capaz de aliviar mi ansiedad en este momento. Empiezo a necesitar cada vez más urgentemente algo más fuerte con qué paliar las emociones, y eso me asusta... Porque con cada nuevo tropiezo veo también flaquear con más fuerza mi voluntad para resistir esa tentación.
El cuándo exactamente empecé a traquetear por el camino está poco claro; probablemente haya sido desde el momento en que perdí al licántropo que mordió a Caleb, y toda la senda desde ese momento parece haber ido en declive por un despeñadero pedregoso y accidentado, cuyo final desconozco.
No sé en dónde andará ahora, haciendo qué, cómo se relaciona con los que encontré en la iglesia en Cadillac o los cazadores furtivos de los que me habló Peyton, qué haré respecto al posible nido de necrófagos del cementerio, queda el asunto de los clubs infestados de vampiros por toda Pennsylvania...; y por si eso fuera poco, todavía me carcomen las ascuas al no saber qué fue lo que pasó conmigo hace unos días para desmayarme de esa manera tan estúpida, y no hago sino sumar heridas que me entorpecen cada vez más.
Conforme los días se van haciendo más helados me duelen los huesos lesionados de la mano, y ahora llevo una mordida en el hombro que duele y pica de un modo desesperante, pero que duele y pica todavía más conforme más me rasco intentando aliviarla.
Sin siquiera ser consciente yo mismo de mi propia acción, tengo otro cigarrillo entre los labios sin noción clara de en qué momento apagué el anterior, y estoy dando chasquidos al encendedor, en el intento de encenderlo, sin conseguirlo.
En ese momento, me vibra el móvil en el bolsillo y obra de la sorpresa suelto el encendedor sobre la nieve.
—Me cago en...
Agachado, hurgo en el hielo con una mano, a la vez que hago lo mismo en mi bolsillo con la otra y maldigo con el cigarrillo apagado entre los dientes.
Lo primero que consigo afianzar es el móvil y lo levanto frente a mi rostro mientras continúo tanteando la nieve en busca de mi encendedor.
Sin embargo, el nombre que aparece en pantalla me obliga a desistir y a erguirme de golpe en mi lugar, desconcertado.
Es Brooke.
Dudo unos instantes antes de contestar. Después de lo ocurrido en Cadillac, temo que esté llamando por novedades en el caso. Novedades que impliquen que deba volver y presentarme a prestar más declaraciones. Y ausentarme ahora mismo de Philadelphia está fuera de discusión. Ignorar su llamada es más fácil que negarme; pero por otro lado puede que tenga noticias sobre la banda de las máscaras de lobo.
Todavía sin una determinación clara, contesto casi por reflejo y me llevo el auricular al oído.
—¿De qué se me acusa esta vez, teniente Peyton Brooks?
—De desaparecer otra vez en acción, señor Denizer. ¿Coartada para no haber llamado a su querida amiga desde que regresó a Philadelphia, como prometió que haría?
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HUNTERS ~ vol.2
ParanormalHabiéndose revelado sus respectivos pasados, Byron y Nevi consolidan su alianza. Sin embargo, el plenilunio se acerca, y la situación de Caleb no augura nada bueno. Por otro lado, ambos cazadores saben que no podrán quedarse en Philadelphia para sie...