Como todas las mañanas, suena la odiosa alarma. Me paro luego de mis estiramientos diarios y me dirijo al armario escogiendo el conjunto de ropa que usaré hoy.
Decido ponerme una falda amarilla con pequeñas manchas verdes, una blusa que se sujeta a mi cuello sin mangas, un blazer casual y unos tenis blancos con una pequeña plataforma. Me hago una coleta alta peinando mis ondas, me maquillo al natural y me pongo unos cuantos accesorios.
Recojo el cuarto y bajo para desayunar algo.
Una vez lista, me doy ánimos antes de salir y me dirijo a la estación del metro. Repito el mismo proceso como todos los días y llego a la Editorial saludando al portero.
Registro mi hora de entrada y voy a mi módulo tras saludar a todos. Gretel como siempre me barre con la mirada y yo sonrío para mis adentros.
Le he de ser demasiado importante ya que no para de verme o checar cada dos por tres qué es lo que hago.
Saco los papeles de mi gaveta y me pongo a revisar los errores faltantes de la novela pendiente. En la computadora busco el registro de la autora y decido mandarle un e-mail concretando una cita para darle las soluciones a su obra y que ésta no sea negada.
Niel se acerca a mí con una caja de donas y un café casi al medio día. Alzo una ceja en su dirección y él me da una sonrisa de niño bueno que no rompe ni un plato.
—Son las doce Niel, no es hora para donas y café—Abre la boca indignado y apoya la caja en la mesa.
—Siempre es buena hora para comer donas, y no lo niegues—Recuesto mi espalda en la silla giratoria y niego con la cabeza. Por el rabillo del ojo veo a Gretel dirigirse hacia nosotros.
—Muchas gracias Niel, pero no se me apetecen las donas en este momento. El café si lo acepto—Él agarra una dona y justo cuando le va a dar la primer mordida, Gretel le arrebata la caja de las manos.
—Dame una, tengo hambre—Niel se le queda viendo mientras ella come y yo le tomo al café queriendo disimular el gesto de molestia.
Qué mujer tan desagradable.
—¿Escucharon que vendrá uno de los Jefes a dar revisión? Cuidado Mack... no te vayan a correr de aquí.
—Si, mira quién habla, la que debería tener cuidado es otra, no vaya a ser que te agarren con el celular y te reduzcan el salario, o peor, te despidan—Mis palabras van cargadas de veneno, realmente nos harían un gran favor a todos. Ella no se inmuta y sigue ignorándome por completo.
La detesto.
—¿Quién crees que venga Niel? ¿El seductor de James? ¿O el candente de Ashton?—Se muerde el labio y Niel rueda los ojos fastidiado.
—Realmente no me interesa quién venga—Le quita la caja de donas y se despide de ambas yéndose malhumorado.
Lo entiendo perfectamente.
Sigo tomando sorbos de mi café y lo apoyo en la mesa mientras Gretel me ve altiva.
—No puedes beber nada en la oficina, más que agua y yo no veo que eso sea agua—Venga ya, me dan ganas de lanzarle un reglazo. La ignoro y sigo con lo mío. Ella hace un movimiento que no detengo a tiempo y logra derramar lo restante del café en mí.
Hija de...
Pego un chillido al sentir la bebida caliente en mis piernas desnudas y la fulmino con la mirada.
—Ups, no me fije—Me sonríe como el malvado gato de Alicia en el País de las Maravillas y yo hago mis manos en forma de puños. Conteniendome de no hacer una locura que involucre gritos, despidos y regaños. Se ríe y camina hacia su módulo.
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Insaciable Deseo ©
ParanormalMack trabaja para una importante y prestigiosa Editorial en Madrid. Está harta de su vida cotidiana. Busca experimentar y ser un poco más atrevida, más rebelde, no importando las consecuencias. Todo empieza en aquel vagón del metro en dónde conoce...