Capítulo 44

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Narrador Omnisciente

Tras los barrotes de su celda, con las manos cruzadas y la mirada perdida se encuentra Gretel Wright, pensando en la condena que ya le han asignado por las acusaciones dadas y pruebas en su contra.

27 años de cárcel. Llora en silencio arrepintiéndose por haberse metido con el diablo, porque eso es lo que es su cómplice. Tiene la esperanza de que la sacará, puesto que trabajaron juntas y si una ficha cae, todas caen.

O eso era lo que quería creer. No quería quedarse en un lugar en donde desde las sombras ojos malévolos la miraban buscando hacerle daño, no quería comer la comida podrida que les daban a las 7 de la noche, no quería sentirse así, como una rata.

—"¿Y por qué se le acusa?" "Tenemos que saber que clase de castigo tendrá esta perrita"—Preguntaron dos señoras de una edad mediana. Tatuadas de pies a cabeza y con actitudes perturbadoras que la harían tener pesadillas por el resto de sus días.

—"Déjame castigarla como se merece, es guapa y puede ser mi esclava durante unos meses" "Juguemos con ella"—El primer día esos eran los comentarios que sus oídos captaron.

Gime por lo bajo cuando se acomoda en el catre sucio y desgastado, pues la golpiza no se hizo esperar y los grandes hematomas se pueden ver en su cara, abdomen y parte de las piernas y brazos. Roza con los dedos su tobillo donde una de las reclusas le dió con un bate de béisbol ¿De dónde mierda sacaron eso? ¿Cómo es que pueden tener esos objetos aquí?

Eso sería un completo infierno, pero si estaría ahí durante 27 años, haría caer a la enferma de Jolene. Se levanta como puede y con un clavo golpea los barrotes, llamando la atención de las custodias.

—¡Cállate imbécil! Queremos dormir y no podemos por tu culpa—Le gritan desde atrás pero ella ignora los gruñidos de fastidio y los insultos.

Le abren la reja y ella cae de rodillas, vomitando un poco de sangre. La sujetan de los brazos y la llevan a la enfermería, arrastrandola. La tiran a la camilla blanca y el sujeto la revisa sin cuidado, presionandole las heridas, haciéndola chillar.

—Ya basta, te pondré un ungüento y con eso se curarán.

—Necesito hablar con Ashton Pennisher—Le dice en un intento débil. El médico se ríe por su petición y la deja acostada en la camilla—Por favor, necesito decirle que debe tener cuidado.

—Mira niña, no tienes privilegios y no eres alguien a quién debamos obedecer.

—No.... él corre peligro, por favor—Le ruega débilmente y él la ve con lástima meditando por unos segundos las consecuencias de lo que va a hacer. Agarra su mano y dentro de ella le pone su celular. Ella se inclina y le da un gracias apenas audible. Desbloquea el celular y marca el número que tantas veces lo estuvo repitiendo como grabadora en su mente. Espera unos minutos y la voz de Ashton se cuela por sus oídos.

—¿Diga? ¿Quién habla?

—Ashton....

—¿Quién es?

—Soy Gretel—Dice débilmente

—¿Cómo diablos te permiten hablarme? Llamaré al centro penitenciario para reportar tu falta—Va a colgar cuando ella dice que no lo haga, que es importante lo que debe decirle.

—Bien, habla ya, Mack me espera—Su corazón se arruga ante la mención de su nombre y niega la cabeza disipando las ganas de llorar.

—No todo es lo que parece Ashton, ni las cosas ni las personas.

—No te comprendo ¿A qué te refieres?—Frunce el ceño y se para de su cómodo sofá para posarse frente al ventanal, admirando la ciudad de noche—Habla ya Gretel.

Insaciable Deseo ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora