CAPITULO OCHO: La fábrica.

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Comenzaba a entrar en un estado permanente de angustia, nerviosismo y ansiedad. Llevábamos más de media hora de camino y aún no habíamos llegado a donde podría encontrarse mi hermano. Álex y yo no habíamos intercambiado palabras desde que salimos, se le veía un poco molesto porque me hubiese colado en su coche y hubiese insistido tanto en ir con él pero era mi hermano ¿qué esperaba? Además, me da igual lo que él quiera o no, yo hago lo que me da la gana.

Saliendo de mis pensamientos sobre cómo podía odiar más al moreno y a la vez cuánto podía aumentar mi grado de preocupación, aparcamos. El ruido del freno y el movimiento de parada del coche, hizo que pusiese atención a lo que había tras el cristal de la ventanilla del coche. Una vieja fábrica se encontraba delante de nosotros. Estaba en ruinas, era lo único que podía apreciar a través de tanta oscuridad.

La pregunta del millón: ¿qué hacía mi hermano en un sitio así?

A quien me la responda le compro un jamón.

—No te bajes del coche. —ordenó Álex con voz autoritaria. Ahora es cuando o me pongo a la defensiva o intento camelármelo sutilmente para que se compadezca de mí y me deje bajar.

Ajá. Mejor la segunda opción.

—Álex, déjame bajar, es mi hermano... —''supliqué''.

—Como si quiere ser el Papa. No vas a bajar, ahora mismo estás bajo mi responsabilidad. —¿alguien más ha sido consciente de lo absurda que ha sido esa comparación? Pero es cierto que se le notaba inquieto. No estaba muy segura de si estaba así por mí, por mi hermano o por ambos. Ya me estaba poniendo en una mala situación ¿pero cuánto más de grave podía ser? —Ana, no bajes. —decretó y antes de que pudiese recriminar nada, bajó del coche.

Me quedé ahí. Sentada. Con cada musculo de mi cuerpo totalmente tenso y desesperada. Yo no era una persona que se asustase con facilidad, pero esta vez lo estaba y mucho. Puede que fuese por el pensamiento de que mi hermano estaba en peligro, metido en algún lío que le superase y yo no estaba haciendo absolutamente nada. Simplemente me limitaba a observar aquella fábrica abandonada tras un cristal, sentada en un coche y moviendo mis pies intranquila. El tiempo pasaba lentamente, al menos eso notaba yo, aunque el reloj del coche mostraba que había pasado ya media hora. ¡¿Dónde cojones estaba Álex?! Iba a asesinar a ese moreno irritante.

Necesitaba ver a mi hermano, abrazarle, besarle e incluso decirle millones de veces que lo quería. Es decir, ¡era mi hermano! Claro que lo quería. Todos queremos a nuestros hermanos aunque discutamos, aunque haya diferencias y aunque se dediquen a jodernos en muchas ocasiones; después de todo, son hermanos. Ellos siempre estarán. Por un momento, las reconfortantes y melancólicas imágenes de momentos que he pasado junto a mi hermano, fueron sustituidas por imágenes desagradables. Veía a Dani, tirado en el suelo y muerto. Álex corría hacia él con angustia pero lentamente, como en una película; pero lo golpearon por detrás y calló con un golpe seco. Ver la sangre en mis pensamientos, a mi hermano derrotado y tirado en el suelo hizo que una lágrima rebelde saliese. No lo podía perder, era la única persona que me quedaba. Mi madre siempre estaba de viajes y mi padre nos abandonó cuando éramos muy chicos. Carol haría su vida y, aunque la considerase como una hermana, sabía que tardase más o menos iba a desaparecer. Cada una queríamos ir a una universidad diferente y no siempre íbamos a estar juntas. La cruda y dura realidad es que, cuando vas a la universidad, comienzas a tomar un camino diferente. Un camino que te aleja de las antiguas personas, quizás no por completo, pero todo cambia. Todo se desvanece. Y decir que no es mentirte a ti mismo. Y, por último, hablando de Álex... Bueno, Álex era Álex y cuando sus padres volviesen probablemente se olvidaría de mí. Tampoco puedo reclamarle nada, no puedo pedirle que se quede porque no me debe nada. Además, aún no sabía qué clase de persona era. Quizás era una buena persona y seguro que estaba metido en tantos líos por alguna razón coherente y que espero descubrir con el tiempo, de todas formas, yo no quería a Álex en mi vida. ¿Olvidamos que iba a ignorarle y no pensar en él? No sé por qué lo he añadido a esta estúpida lista. Estúpido y maldito moreno narcisista.

Amor y un chico no tan bueno. (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora