NARRA ÁLEX.
Mi hermana podría despertar. Volvería a tenerla junto a mí, a jugar con ella y a hacerla rabiar. Protegerla y cuidarla. Aún no me lo podía creer. Hoy me habían hecho el hombre más feliz del mundo. Entre Ana y mi hermana, volvería a disfrutar de la vida y a ver las cosas de mejor perspectiva. Ellas son mis dos pilares, las únicas personas que pueden hacerme feliz y me animan a luchar, a seguir adelante, a nunca rendirme. Porque solo con ver sus caras noto como todo el mundo cambia, como si nada pudiese salir mal o cualquier problema ya no tuviese la mínima importancia. Con ellas me siento en mi felicidad plena, total y absoluta y pensar que mi hermana y Ana pueden estar hablando o jugando ambas en una habitación... Sería el hombre más afortunado del mundo, con el mayor y mejor tesoro.
Entré en casa y vi a Ana corriendo detrás de dos niños y gritando. Reí. Yo la avisé, que conste en acta. Fui al sillón moviendo la cabeza. Me senté e intenté poner la tele, aunque sabiendo cómo es Ana no iba a tardar en venir. Uno, dos, tres...
—¡Álex! —ahí la tenemos. —¿Qué haces ahí? ¡Ayúdame!
—Yo no soy la niñera. —negué con la cabeza.
—Pero eres mi novio. —se quejó.
Su novio. SUYO. Qué bien sonaba de sus labios esa palabra. Sonreí y la miré con picardía. Me levanté y la rodeé con mis brazos, sabiendo que tenía la suerte justo ahí, en un abrazo y con su cabeza en el hueco de mi cuello.
—¿Tuyo? —mordió su labio inferior y asintió con la cabeza. Qué manía más mala tenía de morderse el labio. Una manía que me volvía loco. Sabía que eso de suyo era un tanto posesivo, pero sonaba tan bien...—Ana, no hagas eso. —deshice el agarre que tenía entre sus dientes. A este paso se lo iba a acabar arrancando o a lo mejor lo hacía yo.
—¿Por qué? —me sonrió daleando la cabeza.
—Porque me tengo que contener por no mordértelo yo.
—¿Quién te dice que no puedes? —esta vez fui yo el que mordí el mío.
—Ojalá y pudiese, pero hay niños delante y no es para todos los públicos. —comenté guiñándole el ojo.
—Álex, es un beso, no vas a hacerme nada que se considere indecente o ''para todos los públicos''. —arqueé una ceja. Ana podría ser la muchacha más inocente del mundo y era algo que me encantaba de ella. —¡Pervertido!
—Tu culpa. —reí por la mueca que había hecho.
—¿Mía? —se señaló con su dedo. —Si no he hecho nada.
—Tengo que darle gracias a dios por la fuerza de voluntad que me ha dado. —su sonrisa fue divertida y no pude contenerme más, le di corto beso y me alejé de ella hacia el sillón.
Sí, igualmente me contuve. Lo dejo en el aire para los más inteligentes.
—¿Eso es todo? —se quejó.
—Luego soy yo el novio chicle. —frunció el ceño. —¿Y tus niños? —me miró confundida y de repente salió corriendo del salón como alma que llevaba el diablo. Yo solté una carcajada. Ana sería buena madre pero es muy despistada y aunque le gusten los niños, tiene muy poca paciencia para todo.
***
Pasaban las horas y los niños revoltosos seguían en casa, era tarde ya y no sé dónde estaban sus padres, pero deberían haber venido ya a por ellos o eso me dijo Ana. Yo solo la oía gritar y quejarse una y otra vez mientras los niños se rían y correteaban por todos lados. Más les valía que en mi habitación no hubiesen ni entrado. Uno de los niños se acercó a mí y se sentó a mi lado.
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Amor y un chico no tan bueno. (Terminada)
Novela JuvenilAna, una chica de dieciséis años. Es responsable, buena hija, buena hermana, en todo intenta ser perfecta. Nunca ha hecho locuras y sigue las normas, hasta que lo conoce a él, Álex. Es problemático y todo un experto en el sexo, cosa que Ana desconoc...