CAPITULO UNO: Mi primer día.

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AVISO: PIDO DISCULPAS POR LAS FALTAS DE ORTOGRAFÍA Y EL LENGUA INAPROPIADO QUE APARECE EN LA HISTORIA. FUE LA PRIMERA QUE ESCRIBÍ Y NO TENÍA MUCHA IDEA, ESO SIN CONTAR CON QUE NO LE PRESTABA TANTA ATENCIÓN A LAS FALTAS ORTOGRÁFICAS YA QUE ME IBA MUY MAL LA APLICACIÓN.
SI SIGUES LEYENDO ESTA OBRA A PESAR DE ESTE AVISO ES BAJO TU RESPONSABILIDAD. BESOS.

AVISO DOS: ESTOY COMENZANDO A EDITARLA POCO A POCO.

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Me levanté con un sonido bastante peculiar: los gritos de mi madre y el grandioso y agradable sonido del despertador. Era la semana antes de las vacaciones de verano, pronto dejaríamos de madrugar, de aguantar los sermones de los profesores y el típico '¿estáis dormidos o qué os pasa?'. ¡Por fin! Creo que me tengo bien merecidas estas vacaciones, sobre todo porque el profesor de lengua no ha parado de bañarme en escupitajos durante todo el curso.

Me encaminé arrastrando los pies hasta mi cuarto de baño, dejé caer la ropa al suelo y me metí en la ducha. Sé que esta rutina mañanera es muy cliché, ¿pero qué queréis que le haga? Soy una chica cliché. Adoro ducharme por las mañanas porque el agua me viene genial para despejarme y espabilarme, así podré controlar mis impulsos de lanzarle un esparadrapo a la cabeza al profesor de lengua. Con suerte y mi sutiliza hace que coja la indirecta de que debería envolverse la boca en él.

Salí de la ducha refunfuñando y maldiciendo a ese estúpido profesor con complejo de aspersor, me vestí y bajé las escaleras al trote. ¿Sabéis que les pasa a las chicas clichés en estos momentos? Hay dos opciones: la primera es que se resbalan pero aún así siguen estando fantástica; la segunda es que aparezca el príncipe azul y coman perdices. Pues no me pasó ninguna de ellas. La parte en la que me caí sí que se cumplió, pero las posteriores creo que el karma se las dejó atrás, porque simplemente salí rodando por las escaleras.

Gran despertar, sí. ¿Cómo pretenden que no tenga mal genio? ¡La vida me odia!

—Ana, te he estado llamando como una media hora. —suspiró mi madre con tono cansado y de resignación.

—Lo siento mamá. —le dije sonriéndole de forma adorable, a lo que mi hermano rodó sus ojos.

¿Qué? Cada uno tiene su propia forma de pelotear. Yo pongo mi adorable sonrisa y mis ojos tiernos; y mi hermano hace tareas de la casa y compra regalos. Sinceramente, mi método es más rentable y ahorrativo.

—Buenos días cara culo. —saludó mi hermano Daniel dándome un golpecito en el hombro. Achiqué mis ojos hacia su dirección y le saqué la lengua.

—Buenos días idiota.

—¿No os podéis saludar como hermanos normales? —intervino mi madre mientras que nos lanzaba miradas de soslayo. —Que se quieren, se aprecian, se respetan... —enumeró.

Mi madre odiaba que nos insultásemos mutuamente, que discutiésemos o que nos ignorásemos. Ella tenía la idea de una familia feliz, consistente y de las películas americanas. En ese aspecto era muy conservadora; sin embargo, era muy liberal cuando tenía que hablarse de temas como la educación sexual (asuntos tabúes en otras casas y no entiendo por qué), la homosexualidad, etcétera.

—Mamá, así se saludan los hermanos normales. —anunció Daniel.

—Y tienes suerte, algunos ni se saludan. —añadí viendo como mi madre ponía una cara de terror hacia ese comentario, como si hubiese dicho o el hecho el mayor pecado capital.

Negué con mi cabeza, cogí la mochila, le di un beso a mi madre y puse rumbo a esa cárcel infernal. O, como otros llaman, colegio.

También es muy cliché que tu hermano, que va al mismo colegio que el tuyo, tenga coche y no quiera llevarte. De acuerdo, eso también ocurre en mi situación, pero no por el hecho de que sus amigos quieran aprovecharse de mí (mi atractivo a tirado por tierra esa opción), sino porque odia que se acerquen a su bebé. Ni si quiera deja entrar a sus colegas y él entra con bolsas rodeándole sus pies.

Amor y un chico no tan bueno. (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora