CAPITULO CUARENTA: No bajes la guardia.

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Es sorprendente lo que tardan en pasar las horas cuando tienes un acontecimiento importante. Incluso después de hacerlo, de dejar de pensar en todo por un momento, de quitar ese estrés de mí y esa presión, las horas siguen pasando lentas. Estaba en un estado de confusión, había pasado de un estado en el que el tiempo parecía inexistente a uno en el que el tiempo era pesado y lento, a paso de tortuga trazando un camino que se ve lejanos. Quiero dormir, que llegue el momento de despertar, de dar el dinero y que todo esté bien. Quiero que esto acabe, que por fin seamos felices y que la tortura acabe. El miedo finalice y la tranquilidad entre en mí. Que todo lo que nos rodee sea paz y que Álex, Dani, Carol y yo podamos rehacer nuestra vida. Sin carreras ilegales ni mafiosos que nos tengan a punto de pistola. Sin Emily, sin David, sin nada de tensión ni problemas. Con la hermana de Álex a nuestro lado y como si nada hubiese pasado.

Es que mi vida actualmente es peor que una película de Richard Kelly, uno de los directores de cine de ciencia ficción actual.

Las siete, las siete de la mañana y no he pegado ojo. Los pensamientos han estado volando por mi cabeza toda la noche mientras observaba a Álex dormir plácidamente. Seguramente en su interior, también está preocupado, solamente que no lo exterioriza o a lo mejor lo ''digiere'' mejor al haber pasado situaciones parecidas. Sé que es fuerte, demasiado quizás, pero eso es algo que admiro de él. Siempre lleva la tranquilidad consigo y eso ayuda a los demás o al menos a mí, pero incluso él, incluso este tipo de personas, temen algo. Sufren y aunque sonrían, el dolor lo llevan en el alma, para mi parecer, es el peor dolor que puede existir. Cuando derrama una lágrima, es cuando su dolor no puede más, cuando está a punto de explotar y, sin embargo, siempre se recupera y sigue sin decir nada. Como si no pasase lo más mínimo, como si pudiese mantener el mundo entre sus manos. Es fascinante. Admiro como se enfrenta a las cosas, como da la cara, como supera las situaciones en silencio y con una sonrisa. Puede ser un idiota, sí, pero un idiota osado, que afronta la vida aunque no siempre esté seguro de todo o sienta algo de pavor ante una situación.

Me fui a levantar, con la admiración que le tengo a Álex aún en mi cabeza y con el cuerpo temblando por la hora de dar el dinero, pero una mano me frenó. Álex me miraba en silencio, sonriendo, con cara somnolienta.

—Tienes mala cara. —comentó incorporándose levemente. Lo sorprendente es que él tuviese tan buena cara. Sabía que estaba preocupado, su mirada lo reflejaba, pero supongo que es un don que solo un número limitado de personas poseen. A mí me dejas un día sin dormir y ya me parezco a un zombie de The Walking Dead.

—Estoy cansada. —y me ahorré el tanto física como interiormente porque sé lo exagerado que es el moreno y lo que se preocupa, lo veo capaz de que me lleve al médico para que me hagan pruebas y me medique y así pueda dormir algo.

—No has dormido nada. —confirmó él, levantando mi cara entre sus manos para que lo mirase. —Ana, tienes que dormir y cuidarte. —rodé los ojos. Cuando no duermo me pongo bastante irritante.

—No era capaz. —me deshice de su agarre y me encaminé al servicio. Necesitaba una ducha que me hiciese despejarme aunque solo fuese un poco o por unos minutos.

Estaba siendo bastante enojosa. Tenía ganas de huir y no volver. No quiero afrontar esto. ¿Y si sale algo mal? ¿Y si a alguien le pasa algo? ¿Si salimos heridos? ¿O si perdemos una vida en la entrega? ¿Y si Emily actúa y lleva su venganza ahí? ¿Cuál sería? ¿Cómo reaccionarían si todo se tuerce? Miles de preguntas acechan mi mente y no dejan de salir, parecen inagotables.

El agua caía lentamente por mi cuerpo y por un momento, no quería salir de allí. Dejando que la música me relajase, me trasportase a otro momento, a unos recuerdos. Alejando todo pensamiento de mi mente, aunque fuese difícil porque se negaban a abandonarla. Intentando disfrutar de algo, de algo que no tenía. Tampoco tenía tiempo ni si quiera para disfrutar de este momento, así que salí de aquel relajante lugar, aferrándome a mi toalla. Limpié el vapor que había quedado plasmado en el espejo del baño y miré mi cara por unos instantes. Una muerta. Eso es lo que parecía. Tenía unas ojeras amoratadas y mi cara era tan pálida que podía confundirse con la pared blanca que tenía detrás. Cogí la ropa y me vestí rápidamente mientras que pensaba en echarme al menos dos kilos de maquillaje para tapar esto o sino mi hermano iba a ser el causante de que me convirtiese en un fantasma de verdad. Y sí, eso es contradictorio.

Amor y un chico no tan bueno. (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora