Después de despedirnos de Luke, salimos de su casa y partimos rumbo a la mía. Estaba feliz. Muy feliz. Excesivamente feliz. ¿Cómo no? Volvía a estar con Álex, volvía a tenerlo a mi lado, agarrando mi mano, como si nada nos pudiese separar y pudiésemos luchar contra cualquier adversidad, siendo imparables. Y sí, creo que así era. Tenía la certeza de que Álex siempre iba a estar junto a mí, pasase lo que pasase. Que Álex, iba a permanecer a mi lado por bastante tiempo y no me iba a dejar sola. Aún se sentía culpable por el tema de David, pero espero que con el tiempo ese sentimiento se esfume y entre en razón, porque más cabezota no podía ser... Me alegro tenerlo aquí, conmigo, de nuevo. Sé que no soportaría perderlo y mucho menos por un problema como el de David, que no hay que darle ni importancia ni atención. Puedo entender que es un tema serio y delicado pero ya se ha solucionado, estar castigándose constantemente por algo así no merece la pena.
—¿En qué piensas? —me dijo mientras pasaba su brazo por mis hombros, deshaciendo el agarre de nuestras manos.
—En nada. —le mostré una sonrisa.
—Yo sé de nada y esto no es nada. —comentó Álex alzando ambas cejas. —Hemos estado separados un par de horas y ya echaba de menos eso. —señaló la sonrisa que había en mi rostro.
—Mentiroso. —comenté con un tono retozón.
—Ana, sinceramente yo no podría estar sin ti. —uh no. Quería iniciar una nueva conversación llena de sentimientos y creo que por hoy ya hemos tenido suficientes. Me encanta ser romántica, pero no soy una princesa Disney.
—¡Novio chicle! Lalalala. —canturreé. Él soltó una carcajada que resonó por toda la calle. Lo dicho, hace el mismo ruido y es igual de sutil que un tractor.
—Siempre jodiendo momentos bonitos. —le saqué la lengua.
—Yo tampoco podría estar sin ti. —le dije a regañadientes de que no volviesen las conversaciones cursis y empalagosas y él me abrazó.
—¿Te dolió mucho el golpe que te distes desde la ventana? —preguntó jocoso. Era algo que me encantaba de Álex. En un momento determinado podíamos estar diciéndonos cuánto nos queríamos y abruptamente cambiar a una conversación humorística y sin que hubiese ningún tipo de incomodidad o resultase extraño por el cambio repentino. Era todo tan natural...
—¡Idiota! —le empujé. —Aún me duele la cabeza. Todo por tu culpa. —le señalé con mis ojos entrecerrados.
—¿Por mi culpa? —interrogó dubitativo pero a la vez haciéndose el ofendido.
—¡Exacto! —asentí. —Si me hubieseis abierto la puerta cuando toqué, no hubiese tenido que trepar un árbol y arriesgar mi vida para después caerme de cabeza contra el suelo. —su carcajada no puedo aguantarse más y salió. —Pues no sé qué te hace tanta gracia. —fruncí el ceño.
—Que eres un caso perdido. —opinó mordiéndose el labio.
—Lo que hace una por amor...—farfullé intentando que no lo escuchase pero por desgracia, lo hizo. En momentos como estos odiaba el gran oído que tenía mi novio, claro que lo admiraba en caso de que sonase ruidos en casa para que no nos robaran o mataran.
—¡Has admitido que estás enamorada! —exclamó saltando y señalándome con su dedo.
—Déjame. —aparté su dedo de un manotazo. Exagerado.
—Ya van dos veces. —comentó socarrón. —Y decías que hasta que te murieses no lo ibas a hacer. —uy que mentira, seguro que yo no dije eso.
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Amor y un chico no tan bueno. (Terminada)
Teen FictionAna, una chica de dieciséis años. Es responsable, buena hija, buena hermana, en todo intenta ser perfecta. Nunca ha hecho locuras y sigue las normas, hasta que lo conoce a él, Álex. Es problemático y todo un experto en el sexo, cosa que Ana desconoc...