CAPITULO TREINTA Y NUEVE: Buena manera de quitar el estrés.

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Y aquí me estaba yo. Mi soledad y yo, como de costumbre, aunque he de decir que me falta el helado de chocolate o la taza de café caliente recién hecho, eso sí, estaba tumbada en mi cama mirando a la nada, es algo que nunca faltaba. Después de salir de aquel espantoso lugar, fuimos al hospital a ver a mi hermano y gracias a dios, el accidente que habían tenido era que su moto chocó contra otro coche y Carol se rompió el tobillo y dislocó la rodilla. Estaba con la pierna escayolada, sujetada en alto con unas cuerdas gruesas. Parecía una bailarina acrobática. Mi hermano había decidido quedarse con ella en el hospital (no sé si eso era una buena idea, mi amiga necesitaba estar relajada y descansar y mi hermano solo sabía sacarla de quicio y mantenerla en un estado de estrés constante. Un relación amorosa de lo más cliché y surrealista. Creo que conozco a alguien más que tiene una relación muy similar... Desgraciadamente).

Álex y yo nos vinimos a casa a descansar. O eso creían ellos, quizás Álex si fuese capaz pero ahora mismo, mi mente no era capaz de dormir, solo pensaba en que la hora de dar el dinero se acercaba. Al menos, el karma había estado de nuestra parte y con lo que ganó mi hermano en las carreras, Álex en su empleo y lo poco que conseguí yo en lo que había trabajado de niñera, había sido suficiente para conseguir todo el dinero necesario. He de decir que no nos había traído muy en cuenta, pero ya era demasiado tarde para evitar el accidente y hay que verle la parte positiva: mi hermano y mi mejor amiga estaban bien y además teníamos todo el dinero para la hora pactada. Y hablando de eso, de horas. Horas eran lo que faltaban para volver a ver la cara de esos tíos y la cara de la cerda de Emily. No estaba tranquila. Emily tenía una cuenta pendiente con nosotros y ser descubierta no le hizo mucha gracia, sabía que esa venganza seguía en el aire, pero ¿cuándo la llevaría a cabo? Mi corazón latía con fuerza y no sé por qué, pero a pesar de que esto pareciese el final de una historia, me daba el presentimiento de que solo acabábamos de empezar. Y, honestamente, no me hacía la más mínima gracia ni emoción participar en una historia macabra. Mi vida se había convertido en la ''típica'' vida de película.

—Ana, ¿estás despierta? —la voz de Álex irrumpiendo en mi habitación hizo que mis pensamientos desaparecieran de repente. Giré mi cabeza a donde su figura se encontraba e intenté buscar sus ojos con mi mirada, cosa que no dio resultado porque la luz del pasillo contrastaba con su silueta. Esbelta y sexy silueta. ¿Qué? Ante todo hay que ser sinceros.

—Sí. —dije corriéndome en la cama para hacerle un hueco a mi lado.

—Me lo supuse. —se tumbó a mi lado y yo apoyé mi cabeza en su pecho. —Quiero que estés tranquila Ana. —en mi opinión para él es muy fácil decir eso, sabía que ya tenía experiencia ante estas situaciones, pero para mí todo esto era nuevo y no, no resultaba algo sencillo.

—Álex, eso es imposible y lo sabes.

—Te tengo una buena noticia. —anunció con una sonrisa y buscando mi mirada. Alcé mi cabeza hacia él. —¿Quieres oírla?

—¿En serio me preguntas eso? ¿Tú eres tonto? —interrogué enarcando una ceja. —No es necesario que me contestes, es una pregunta retórica, claro que eres tonto. —el moreno rió.

—Mi hermana va a levantar del coma Ana. —su sonrisa se ensanchó y yo lo miré sin saber qué decir. Esa noticia me cayó como un baño de agua helada y me costó unos minutos salir del ''shock'' en el que había entrado.

—¿En serio? —pregunté feliz.

—No te lo dije antes porque bueno... no hemos tenido ocasión. —por fin una buena noticia entre tanto caos.

Amor y un chico no tan bueno. (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora