CAPITULO TREINTA: ¡¿David?!

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Álex se había ido hacia media hora y yo estaba cagadita de miedo. Y pronto sería literalmente.

Sé que no debería tenerlo, es decir, si viene David, me encierro en una habitación y llamo a mi hermano o a Álex, pero el pensamiento de que volviese a abusar de mí hacía que mi cuerpo temblase y que alguna lágrima saliese de mis ojos. David era un psicópata y la obsesión le puede, lo que no entiendo es por qué conmigo, no soy nada del otro mundo. Quizás haberme hecho la difícil con él, lo ha empeorado todo. Si me hubiese bajado las bragas cuando me lo pidió, no estaríamos así porque hubiese sido una más y me hubiese dejado en paz o eso creo. O quizás no. Tiene un trastorno mental y eso es algo incontrolable. Pero ¿por qué después de ''tanto'' tiempo sin saber de él, aparece de nuevo? Podría haberse echado alguna novia y olvidarme, aunque siendo realista dudo mucho que ese chico encuentre a una novia sin utilizar la fuerza, a no ser que esté igual de loca que él. Podía dejarme hacer mi vida y ser feliz.

Mejor no pienso en el tema, sino pronto no voy a poder ni andar del temblor que siento por el cuerpo. Y no quiero darle esa satisfacción.

¿Dani? Ni idea de donde está. Se fue a denunciar al maníaco éste y no ha vuelto. ¿Y si le ha pasado algo? ¿Y si David los ha visto y los ha matado? La sangre de Carol y Dani corriendo por el suelo, me horrorizó. Cogí el móvil, tenía que saber donde estaba mi hermano y si estaba bien.

—¿Dani? —pregunté cuando alguien cogió el teléfono.

—¿Hermanita? ¿Estás bien? ¿No estará David ahí no? ¡Contesta! —dijo todas esas palabras de golpe, que apenas podía reaccionar.

—Sí, sí estoy bien, pero ¿dónde estáis? —puedo ser valiente, fuerte y todos los adjetivos similares que se os ocurriese, pero eso no significaba que no pudiese tener miedo y más en una situación así. Era normal que recurriese a mi hermano, no lo hice una vez y mirad lo que sucedió, no pienso cometer el mismo error de nuevo.

—Hemos venido a comprar algo de comida para mimarte un rato después.

—¡Pues avisa pedazo de subnormal! —protesté. —Pensé que os había pasado algo.

—Enana, lo siento pero tranquilízate, estamos bien y pronto iremos a casa. ¿Estás con Álex? —interrogó.

—No... —susurré. Mi hermano se iba a poner como loco porque me haya dejado sola, pero deben comprender que tienen que hacer sus vidas y no pueden vigilarme diariamente y eternamente.

—¡¿Pero ese es retrasado o qué cojones se le pasa por la cabeza?! ¿Cómo se le ocurre dejarte sola? ¡Le dije que te cuidase! —su tono de furia me hacía estremecer aunque bueno, puede que yo estuviese un poco susceptible.

—Dani, tranquilo, estoy bien y Álex ha tenido que ir a trabajar para conseguir el dinero que necesitamos, que pasan los días y se nos acaba el tiempo. —era un problema que parecía que todos habían olvidado o al menos lo estaban evitando y eso no podía ocurrir.

—¿Pero tú eres tonta? ¡Esto es más importante! Tu vida está en peligro por un psicópata.

—Gracias, eso me tranquiliza Dani. —la ironía era lo mío.

—Ana, tenemos que cuidarte y yo dejé a Álex a cargo. —rodé los ojos. Era cierto que me sentía un poco desprotegida, pero tampoco esperaba que ellos se convirtiesen en mis guardaespaldas.

—Él se negaba ir a trabajar pero David no es nuestro único problema, tenemos más de dos y no pienso dejar que nos maten a todos por un ex mío que está perturbado. —y eso era completamente cierto. Teníamos que ocuparnos de todo, que no era poco, no solamente de este asunto reciente.

Amor y un chico no tan bueno. (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora