CAPITULO VEINTIUNO: ¡Adiós Emily!

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Me encontraba en el piso superior con Álex y, cuando escuchamos abrirse la puerta de la calle, bajé rápidamente. Tan rápido que casi estampo mi cabeza contra los últimos escalones. Cuando pisé el suelo de la primera planta intentando recobar el equilibrio por el previo transpié, me encontré con Dani sentando en el sofá mirando a Emily fijamente, con una mirada entre dura y dolida.

—Tenemos que hablar. —anunció con un tono severo. Me escondí un poco más tras una pared para poder ver pero sin ser vista y pude observar como Emily se tensaba y le daba una sonrisa fingida.

—¿Qué pasa cariño? —preguntó con un tono meloso y pasando su brazo por el hombro de mi hermano para comenzar a abrazarlo y acariciarlo. Dani se apartó lentamente y la enfrentó muy serio.

—No es necesario que sigas fingiendo, ya sé toda la verdad. —Emily comenzó a estar pálida y su cuerpo comenzó a temblar involuntariamente pero de una forma a penas apreciable.

—No sé a qué te refieres Dani. —intentó hacerse la desentendida y aparentar tranquilidad aunque no le salió muy bien. Sorprendente que haya conseguido engañar a mi hermano durante tanto tiempo y ahora no sepa negar las cosas para mentir.

—Sé que estás relacionada con los antiguos ''representantes'' de Álex. —Emily hizo una mueca con su boca de desagrado.

—¿Cómo puedes pensar eso de mí y estar acusándome de algo así? —simuló ofensa.

—Porque tengo pruebas, así que ya puedes dejar de hacerte la víctima. —¡toma, toma y toma! Ese es mi hermano. Vamos, dale duro. Pégale un puñetazo.

Bueno, ahí quizás me haya pasado. Intentemos no recurrir a la violencia, hay que controlar la rabia y la emoción. ¿Cómo puede seguir mitiendo? Ya la hemos cogido, que lo admita o que salga corriendo pero que deje de negarlo.

—Pero Dani, yo te quiero. —eso puede ser denunciable, es manipulación emocional. Me retracto: alguien debería patearle el trasero. Probablemente sea yo como no deje de mentir.

—Puedes ir con ese cuento a otra persona, conmigo ya no funciona. —se duro querido hermano, no caigas, no desistas.

—No sé cómo puedes estar diciéndome todo esto, supuesamente tú me querías, ¿esta es tu forma de quererme? —y ahora empieza a soltar lágrimas de cocodrilo. En serio, no he visto chica más falsa y teatrera que ella.

—Emily... —mi hermano susurró su nombre con arrepentimiento y cariño. Comencé a hacerle gestos con mis brazos y a lanzarle miradas asesinas. No podía caer ahora. Definitivamente sabe cómo camelarse a las personas. Mi hermano al verme, volvió a recomponerse y asintió con su cabeza decidio. —Lo siento Emily, no me vas a convencer de nuevo. Por favor, tienes que irte y dejarnos en paz. Ya hablaremos en algún momento más idóneo sobre todo esto, sobre los tipos esos y sobre el dinero que os devolveremos.

—Pues no sé cómo. —se levantó del sofá y lo miré de una forma confiada. Su expresión de pesadumble había desaparecido. Al menos había sido inteligente y había decidido dejar de hacer el ridículo. Las mentiras no la estaban llevando a ninguna parte y no nos estaban covencendo. —Que yo sepa, no habéis hecho nada para recaudar el dinero. —se acabó.

—Eso no lo sabes. —espeté adentrándome en el salón. Ella no era nadie para entrometerse en nuestras vidas, demasiado lo había hecho ya. Y, técnicamente, eso no era cierto. Yo había encontrado un trabajo, solamente me faltaba la llamada del dueño, ¡pero lo había encontrado!

—¿Qué no? —carcajeó irónica. —Os he estado observando a cada uno de vosotros y no he visto movimiento alguno.

—Para tu información yo ya he conseguido trabajo. —sé que no le debía explicaciones, pero necesitaba quedarle en claro que no a todos nos había engañado y que no se iba a salir con la suya. Mi hermano me miró sorprendido, sus ojos se abrieron abruptamente y daba la sensación de que se les iban a salir de sus órbitras.

Amor y un chico no tan bueno. (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora