CAPITULO DIECIOCHO: La reacción de Dani.

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La luz del sol hizo que mis ojos se abriesen dificultosamente y que me percatase de la situación.

Mi cuerpo. Estaba totalmente dolorido. Mis manos y mis piernas entumecidas y cada célula y molécula me dolía como si hubiese estado un día corriendo sin parar, hora tras hora. La gran pregunta que todos se podrían hacer y que yo misma me planteaba era por qué. Pues no lo sé. Sí, esa era la cruda respuesta y totalmente cierta. Hacía bastante tiempo que no salía a correr (cosa justificable teniendo en cuenta la serie de acontecimientos que había experimentado recientemente) y con Álex tampoco había hecho nada a noche... ¿No? ¿No? ¿O... O sí?

Por favor, que no haya hecho nada de lo que me pueda arrepentir.

Por favor, Alá, Dios, Susperman, ayudadme.

Porfis, porfis, porfis.

Miré bajo las sábanas aterrorizada ante aquel pensamiento y aquella duda y no porque me fuese a arrepentir de algo... O no quisiese... O bueno, quizás sí que era por ambas o quizás no. O quizás volvía a contradecirme; la cuestión es que no quería que mi primera vez fuese así. Que no me acordase de nada. Si recuerdo bien, ayer no era yo la que venía ebria, era él y a no ser que tomase alguna especie de estupefaciente por error, dudo que hiciese algo como eso y que se me olvidase. Junté mis labios volviendo a rezar y solté un suspiro al ver que mantenía intacta mi ropa interior. Miré a Álex. Era guapo hasta por las mañanas. Estúpido y odioso Álex. Recordé sus palabras de a noche e hicieron que me relajase un poco aunque aún me costaba asimilarlas. Aunque eso me tranquilizase (a pesar de la confusión), no iba a tardar mucho en volver a ponerme en tensión porque llegaba la hora de tener que enfrentarme a mi hermano. Era la hora de destapar a Emily y una parte de mí quería huir.

Lejos.

Muy lejos.

Irme del país.

Cambiarme de identidad.

No sabía cómo iba a reaccionar Dani, aunque la parte positiva es que si no me creía al menos tenían unas pruebas que podían verificar mi información. Emily no se merecía que Dani siguiese prestándole atención y dinero y que siguiese gastando su tiempo con ella. Era una persona demasiado abyecta, traicionera e impúdica. La conclusión a todo esto es que tenía miedo y fin. Creo que ha quedado bastante claro. Me abracé a mi misma y mordí mi labio inferior. Emily podía llamar a los tipos esos y acabar con mi vida y con la de mis seres queridos en un instante, ser descubierta no le debe agradar mucho y menos a ello, cosa obvia. Quería alejarme de todo aquello, es más, ojalá pudiese dar marcha atrás en el tiempo; pero no podía abandonar, tenía que hacerle frente y ser valiente. Mi hermano sobretodo estaba metido de lleno en este problema y no quería perderlo.

Fui a levantarme e ir al baño. Álex seguía dormido plácidamente y espero que estuviese disfrutando de ese momento porque cuando se levantase su resaca no le iba a dejar ni andar, eso sin tener en cuenta con la noticia que iba a darles hoy. Llevé la ropa que necesitaba al baño y después de tardar ocho canciones y media en ducharme, vestirme y de más cosas necesarias para un ser humano, bajé. Mis piernas parecían un flan y mi mano se aferraba el móvil con firmeza. Iba lentamente, no quería llegar al final de la escalera pero, desgraciadamente, toqué el firme suelo de la planta de abajo con mi pie. Tragué saliva dificultosamente. Probablemente creerían que era una melodramática y que estaba sacando las cosas de contexto pero estaba asustada de verdad. Entré en la cocina y solo encontré a mi hermano haciéndose el desayuno. Cuando me vio, me lanzó una mirada entristecida.

—Buenos días. —saludé acercándome a él. —¿Y Emily? —pregunté mirando por cada rincón del lugar a ver si encontraba su cuerpo de copia barata de la barbie. Mi hermano me miró receloso.

Amor y un chico no tan bueno. (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora