🗡️ 27. País del oriente

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[852]

El puerto de Paradis fue terminado. La Legión de Reconocimiento se reunió con los voluntarios marleyenses.

– Eren –llamó Yelena.– No nos vemos desde que alzaste nuestro barco hace un año –extendió su mano.– Por nuestra alianza.

Levi extendió un brazo y se colocó delante de aquel castaño.

– No. No contactará más con ustedes –levantó la otra mano, en un ademán de detenerse.– Verle la cara es lo máximo que conseguirás.

– Es suficiente –giró, comenzando a caminar.– Hoy es un día de celebración –se detuvo y extendió los brazos.– El puerto está terminado, y recibirán a su primer invitado extranjero.

Todos miraron hacia el océano. A lo lejos se veía un enorme barco acercarse, con uno más pequeño delante, ambos lanzando humo negro.

– De Hizuru, el único país aliado con la Isla Paradis. Enviaron a Kiyomi Azumabito.

[Más tarde]

[Mitras, Muro Sina]

Habían llevado a la gente de Hizuru hacia la Capital, donde, en un enorme salón, se reunieron con miembros de la Policía Militar. Tn también se encontraba allí con su madre y hermana, pues habían sido llamadas para recibir a gente asiática como lo eran ellas; la joven usaba el uniforme militar con aquella larga gabardina verde, mientras su hermana vestía un vestido azul celeste con un abrigo blanco encima y la madre de ambas una camisa blanca y una larga falda negra.

Kiyomi tomó una tela negra del estuche de madera que uno de sus guardias cargaba, giró hacia aquellas mujeres asiáticas y enseñó el logo que esa especie de bandera tenía. Era una A, formada por tres espadas y dentro de un círculo.

– ¿Les suena de algo este blasón?

Las cuatro exclamaron sorpresa, al igual que Eren y Levi. Mikasa sujetó su muñeca, donde tenía su vendaje.

– Es...

– Enséñaselo, Mikasa –susurró el castaño, mirándola. Ella lo miró.

– Pero mi madre dijo que lo mantuviera en secreto –susurró ella.

– Me lo enseñaste cuando éramos niños. Ahora ya no necesitas esconderlo. Vamos.

Mikasa bajó la mirada, tomó el vendaje y se lo quitó. Levi colocó una mano en el hombro de Tn, para darle ánimos; ella tomó aire y se quitó el vendaje en su muñeca derecha. Kaori y Satomi hicieron lo mismo, y las cuatro enseñaron el tatuaje. Kiyomi exclamó sorpresa, abriendo los ojos como platos igual que los otros asiáticos que venían con ella.

– Esta marca es de la familia de mi madre –dijo la menor de todas.– Me dijo que se la pasara a mis hijos.

– A nosotras nos dijo lo mismo nuestra madre –miró a su hermana.– ¿Verdad, Kaori?

– Sí, es cierto.

Ambas miraron a su madre. Ella tomó aire y habló:

– Mi madre nos hizo el tatuaje y nos dijo lo mismo a mí y mi hermana menor, Sayuri. No la he vuelto a ver, así que supongo que ha fallecido.

Mikasa abrió los ojos con sorpresa, pero antes de decir algo, Kiyomi se acercó a ella y colocó una mano en el hombro de ella y la otra en el de Tn.

– Es prodigioso –dijo.– Hace unos cien años, los Azumabito, descendientes del shogun, se quedaron en Paradis por su cercanía con la familia real Fritz. Tras la Guerra de los Titanes, Hizuru fue hostigado por ser del bando perdedor y, entre el caos, los hijos póstumos del shogun se quedaron en esta isla –las miró.– Ustedes son descendientes del líder perdido de nuestra nación. Son la esperanza de Hizuru.

Freedom 🗡️ Levi AckermanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora