Killua Zoldyck, Gon Freecss. Ambos están enamorados de una mujer: Kyoko Sawada.
Kyoko Sawada es una joven correcta y amable, es tan linda que capturó la atención de los jóvenes protagonistas.
El escenario principal será su escuela, que tiene de nom...
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La mañana comenzaba y una pareja dormía profundamente en su cama matrimonial, no llevaban ropa, tan solo una sábana cubría sus cuerpos abrazados.
Al parecer no querían despertar y se quedarían todo el día así; juntos en la suave cama —. ¡Quiquiriquí! — ... O tal vez no. Después de todo el gallo de la vecina tiene que cumplir con su deber.
El de piel canela abrió sus ojos primero, observando su mano encima del pecho desnudo de su novio y se sonrojó al sentir que él tampoco llevaba ropa, pero recordó lo sucedido el día anterior; no se arrepentía de nada. Así que acarició a su novio sonriendo con sus mejillas sonrojadas.
—¿Estás manoseando a tu novio mientras duerme? Que atrevido eres, Gon Freecss. —El hablar del albino hizo exaltar al menor, que escondió su cabeza debajo de la sábana.
—Hey... no ocultes tu lindo rostro de mí, puedes acariciarme todo lo que quieras Gon, no tienes por qué sentir vergüenza, ¿no que era yo el que se avergonzaba? —preguntó sonriendo de lado y mirando a su novio debajo de la manta.
—Buenos días, Killua— saludó Gon con sus mejillas rojas —. Buenos días, cariño, ¿cómo amaneció el día de hoy? —cuestionó con su rostro felino y mejillas del mismo tono que su amado presentaba.
—Muy feliz y cada vez más enamorado de ti, así que quiero mi beso de buenos días —respondió, olvidando su vergüenza momentánea y acercando sus labios a los de su novio, que lo besó apenas sintió sus respiraciones combinadas.
Un lindo despertar para ambos, con esos embriagantes besos que, sabían, no eran ni los primeros ni los últimos, solo ellos dos disfrutando después de su primera noche en su nuevo hogar.
Y qué mejor manera de estrenar la cama de su habitación perdiendo la virginidad en ella.
—¡La universidad! ¡Es tarde! —gritó el pelinegro separándose a toda velocidad y dando un salto fuera de la cama.
No debiste hacerlo, Gon...
—¡Gon! —gritó el albino, asustado al ver a su azabache caer al suelo, salió de la cama y fue rápidamente a auxiliar al moreno, levantándolo con cuidado —. ¿Estás bien? —Le preguntó.
—Me duele mucho la cadera y la espalda, ¡Killua salvaje! —regañó el ojimiel, el peliblanco sonrió nervioso y lo echó en la cama para arroparlo.
—Lo siento Gon... pero no puedo contenerme cuando se trata de ti y menos si me pides por más. —Una mirada de reproche se posó en el más alto y este cambió de tema —. Pero sólo descansa y no te muevas en todo el día para que no te duela.
—¿Y la universidad? —preguntó el menor haciendo un puchero —. Gon, hoy es domingo.
