Capítulo 32

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En este día tan especial presentamos...

Fuera de control

El vals resonaba por el lugar, Killua abrazaba al pelinegro por la cintura mientras que este sonreía encantado observando el lindo anillo que tenía en su anular; el que lo comprometía con su pareja eternamente

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El vals resonaba por el lugar, Killua abrazaba al pelinegro por la cintura mientras que este sonreía encantado observando el lindo anillo que tenía en su anular; el que lo comprometía con su pareja eternamente. La cabeza del moreno reposaba suavemente sobre el hombro del más alto, ambos bailando al ritmo de la tranquila música. Una linda pareja definitivamente.

Pero Hisoka estaba aburrido, esta fiesta necesitaba diversión y él se encargaría de ello; fue rápidamente hacia el encargado del sonido y cambió la música a una más atrevida —. ¡Que comience la fiesta! —gritó emocionado, subiéndose a una mesa, siendo arrastrado de las orejas por Illumi rápidamente, así que Ikalgo tomó el lugar y fue el DJ que animó el local.

Muchos siguieron bailando y otros se sentaron a charlar, entre los que se encontraban sentados estaban los invitados de honor y los recién casados a excepción del pelirrojo. Hablaban y reían, tomando de sus copas de vino por momentos, aunque por más que terminaban el contenido de la copa, volvían a servirse repetidas veces —. Gon, no tomes mucho o terminarás ebrio —advirtió el doctor —. Pero ya tengo veinticuatro años Leorio, ¿qué es lo que podría pasar? —respondió el azabache mientras se servía otra vez.

—Todo podría pasar, Gon —continuó Zushi, que ya iba por su quinta copa de vino —. Pero el vino está delicioso, ¡es tan dulce! —dijo, suspirando con sus mejillas sonrojadas debido a los efectos del alcohol. Los demás rieron a todo dar cuando notaron el estado de su amigo, sin darse cuenta que ellos estaban casi igual.

—¡¿Y qué tal si vamos a bailar?! ¡Hay que hacer un tren todos juntos! ¡Rápido! ¡Antes de que la música se acabe! —insistió el joven de ojos miel —. Gon, la música no se acabará, va a sonar toda la noche —informó el médico, pero de todas formas fueron a la pista, siendo vistos por Ikalgo, que no dudó en subir el volúmen.

Media hora bailando hasta no poder más, después de todo la noche recién comenzaba. El primero en volver a sentarse fue Leorio, el pobre sudaba y transpiraba de tanto movimiento, causando la risa del albino —. El viejo de Riorio no puede más, ¡se nos muere! jajaja —reía desde la pista de baile —. ¡E-es doctor Leorio para ti niño! ¡Y no estoy viejo! —El de lentes tomó una copa más de vino y volvió a bailar con más energía que antes, bajo la sorpresa de todos.

Pronto Ikalgo se unió al festejo, todos riendo en la mesa mientras los contratados llegaban con más jarras de vino para los seis —. ¡Hey, Gon! Ven que necesito tu ayuda —llamó el rubio soltando pequeños hipidos, sus ojos estaban brillosos y su cabello estaba despeinado; Gon no estaba del todo diferente, al parecer el alcohol les afecta más que a los demás, porque los cuatro restantes aún no tenían hipo.

—¿Q-qué sucede, querido amigo? ¡Wa! ¿¡Qué es eso!? —preguntó el pelinegro que iba caminando con Kurapika hacia los cambiadores del lugar —. Esto, mi hijo adoptivo, es la clave para la diversión y para tener a nuestros hombres babeando —dijo el mayor orgulloso.

Por una mujer┃KillugonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora