Capítulo 34

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Si eres sensible a este tipo de escenas con contenido sexual, te invito a- no... espera, ¿a eso viniste verdad? O tal vez no, supongo que no debo de advertirles nada, después de todo en la descripción se dice claramente.

Entonces a disfrutar 😈💅

—Su habitación es la número 405, cuarto piso —informó la joven recepcionista, entregándole la respectiva llave al peliblanco, que la recibió sin demora —

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—Su habitación es la número 405, cuarto piso —informó la joven recepcionista, entregándole la respectiva llave al peliblanco, que la recibió sin demora —. Muchas gracias, señorita —respondió este mirando a su pareja—. G-gracias —susurró el moreno avergonzado mientras abrazaba su mochila.

Sin más subieron al cuarto que les pertenecía toda esa noche, entrando sin dificultad —. Killua e-espera —El pelinegro, al saber de las intenciones que tenía su novio, habló antes de empezar —. ¿Qué sucede? —preguntó el albino intrigado —. Entraré al baño un momento para... algo, n-no voy a demorar —avisó y se encerró con su mochila sin dejar responder al mayor, que suspiró y se recostó en la cama mirando el techo.

Apenas el azabache entró al sanitario se apoyó en la puerta, calmando sus latidos, abrió su mochila y sacó de esta lo que entró a buscar desde el principio; no lo arruinaría esta vez.

Un momento después la puerta se abrió, Killua miró de reojo de donde salía el ojimiel, quedando absorto y maravillado con la vista que tenía.

—Creí que no volvería a verte con eso puesto... —dijo luego de varios segundos —. Y-yo la lavé llegando a casa y la hice secar por si acaso, no quise decepcionarte anoche, no debí beber mucho —contestó el moreno apenado, agachando su mirada bajo los ojos de su prometido —. Gon, acércate —pidió el más alto y el contrario acató.

Al acercarse tímidamente, el albino jaló a su novio del brazo, estampando sus labios en un movimiento rápido, que los dejó sin aliento a los pocos segundos —. Mira lo que empezaste, la temperatura sube velozmente aquí por tu presencia, jamás me has decepcionado... nunca lo harás, sólo déjame tocarte —habló el peliblanco, acariciando la roja mejilla del moreno, que fue el que inició el siguiente beso —. No es necesario pedirlo —respondió el pelinegro al separarse por la falta de oxígeno.

La mano pálida del mayor pasó por debajo de la falda que usaba el más bajo, tirando de su cadera para que se siente en su regazo —. Ngh... mmm... ¡ah! —El joven azabache no podía evitar gemir ante los toqueteos que su pareja le hacía; las mordidas que eran depositadas en su cuello y esas nada inocentes caricias por sus muslos, un espasmo recorrió su columna al sentir la gran erección de su prometido rozando su zona sensible, al parecer esos gemidos despertaron su miembro más rápido de lo que pensaban.

—¿Por qué te detie-?¡ngm! —La pregunta del azabache fue interrumpida cuando las manos de su pareja comenzaron a jugar con los botones del menor, frotando por encima de la camisa que este usaba, provocándole fuertes jadeos, sólo mostrándose excitado ante el contrario, que se hallaba encima suyo.

Pero Gon quería más, el calor recorría cada gota de su sangre, abrió su camisa buscando más contacto con el fornido cuerpo de su novio, que captó lo que el menor pretendía; comenzó a morder la fina piel acanelada bajando hacia su ombligo, escuchando las risas que el de cabello negro soltaba —. N-no, Killua... da cosquillas jajaja —logró pronunciar el joven sonrojado.

Para el albino escucharlo reír era maravilloso, su pareja mostraba una risa brillante, su característica sonrisa de niño pequeño que nunca se iría, por más perverso que el menor se volviera siempre tendría ese adorable lado infantil. Sonrió y besó a su tierno prometido, dándole un poco de cosquillas con el único fin de abrir su boca para que sus lenguas puedan danzar juntas.

Minutos de largos besos después sus rostros tomaron distancia, dejando un hilo de saliva uniendo sus labios, con una increíble agilidad el peliblanco se despojó de sus prendas, mostrándose ante su pareja impaciente —. Soy muy guapo ¿verdad? —preguntó con vanidad, poniendo su cara gatuna al ver la manera en que su prometido lo miraba. El moreno al darse cuenta rió risueño —. Eres el primero en estar desnudo, se hizo justicia —dijo al recordar sus anteriores encuentros románticos.

—Supongo que es tu turno ahora, aunque debo admitir que esa falda te queda muy bien, ¿quieres que te ayude? —preguntó con su tono de voz más grave, causando un estremecimiento en el pelinegro, que desvío su vista y asintió. Killua relamió sus labios y agarró la camisa abierta del azabache para arrojarla a cualquier lado de la habitación, ya que le estorbaba, besó suavemente el libre hombro contrario, pasando sus manos al filo de la falda que rodeaba la cintura de su pareja; buscando el cierre o botón que tenía que abrir para poder observar a su novio más a fondo. Al encontrar el cierre lo bajó con cuidado, para luego retirar la sensual prenda que había empezado todo.

El albino apreció el cuerpo de su amante, recorriendo cada parte con sus curiosos ojos azules hasta chocar con los de color ámbar que el otro posee. Besó bruscamente los labios del ojimiel, quitándole el bóxer que traía puesto —. ¡Ah! —jadeó el pelinegro luego de ser volteado por su prometido, sintiendo su entrada invadida por uno de los dedos de su este mientras él sólo podía ver la almohada, que no dudó en abrazar.

La placentera sensación comenzó a ser dolorosa al sentir que eran tres los dígitos que tenía dentro suyo, esperando pacientemente a que su entrada se acostumbre, el azabache agradecía la consideración que su pareja le tenía; lo más importante era la satisfacción de ambos, el albino sabía el tiempo que tenía que esperar para que el más bajo deje de sentir ese incómodo pero a la vez excitante dolor, dejando besos y mordidas en la espalda del menor.

—Y-ya puedes, Killua... —avisó el moreno poco después, sintiendo como al instante su interior era llenado lentamente por el miembro del peliblanco. Un dolor agudo lo invadió, haciéndolo morder la almohada que tenía en brazos. El albino sentía como era apretado por su pareja, las paredes cálidas y húmedas lo rodeaban, recibiendo su falo despierto; simplemente el paraíso. Al pasar unos minutos comenzó a embestir, recibiendo como respuesta un gemido del menor, que ya sin dolor disfrutaba de los movimientos que hacía el Zoldyck.

—M-más fuerte, Killuaah, ¡mas fuerte! —gritó el azabache soltando algunas lágrimas —. Se dice "por favor"—respondió el peliblanco al tiempo que dejó un sonoro golpe en la parte trasera de su pareja, que arqueó su espalda por instinto, excitado por la acción. El mayor comenzó con estocadas más certeras y profundas, aumentando la velocidad de estas y masturbando el miembro del más bajo, que hundía su rostro en la almohada tratando de ahogar sus gemidos.

Otra nalgada le fue dada por el albino, que sacó su erecto miembro y volvió a entrar salvajemente —. ¡Ah! ¡Otra vez ahí! —suplicó el moreno levantando su cabeza por el espasmo, —. Gime más para mí... Ah... se siente bien, te amo —gruñó el peliblanco, sintiendo como iba llegando al clímax, sin dejar de embestir en el punto placentero de su novio —. ¡M-me voy a correr... Killuaah! ¡Te amo! —respondió el pelinegro sintiendo como su prometido lo masturbaba más rápido, hasta que ambos se corrieron.

Con sus respiraciones agitadas, el más alto fue saliendo de su pareja, notando como su esencia se derramaba por las temblorosas piernas acaneladas —. S-se sintió muy bien... —pronunció el menor, Killua echó a su novio en su pecho y acarició su perlado rostro —. Sí... se sintió demasiado bien, te amo, lindo, descansa —contestó el albino calmando su respiración —. Yo también te amo, buenas noches, Killua, gracias por el maravilloso día que tuvimos... —habló el pelinegro y se quedó dormido, el peliblanco tapó sus cuerpos y durmió relajado abrazando a su pareja.

Continuará...

Y... Terminé el capítulo.

Gracias por los votos y los lindos comentarios ʕ •ᴥ•ʔ

Nos vemos pronto (≡^∇^≡)

Por una mujer┃KillugonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora