Capítulo 29

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Hoy presentamos...

Un suceso inesperado

En la hora de salida los jóvenes enamorados se reunieron para ir a su ya planeada cita

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En la hora de salida los jóvenes enamorados se reunieron para ir a su ya planeada cita.

—Sentado debajo de un árbol, ¡debajo de un árbol de mango! Sentado me puse a pensar, ¡los árboles tenemos que cuidar! —Iba cantando el pelinegro sujetando su mano con la de su pareja, que lo miraba todo embobado como un tonto —. Gon... a veces me recuerdas mucho a mi infancia —murmuró el mayor sonriendo.

Sus dedos entrelazados se apretaban más de vez en cuando, como una divertida costumbre de ellos, los dos solos en el camino hacia su destino no predestinado.

En medio del trayecto el albino vió un callejón, uno vacío que los invitaba a hacer lo que quieran en él sin que nadie se dé cuenta; una romántica y muy buena oportunidad que Killua no pensaba desaprovechar.

Apresuró el paso, jalando con él a su novio, que observó como se dirigían hacia ese recóndito y oscuro lugar estrecho; lo entendió al instante. Apenas entraron el azabache fue apresado en el muro, sintiendo esos orbes azules mirándolo juguetonamente, «¿qué estás esperando para devorarme? Si no lo haces tú lo haré yo» Pensó Gon decidido y atrajo el rostro del más alto hacia él, besando sus labios como si su vida dependiera de ello.

El albino no se resistió, recibió encantado los dulces labios que lo besaban con esmero, pegando sus cuerpos como si se pudiera cortar más la distancia, masajeando entre apasionados movimientos que lo incitaban. Se separaron por una milésima de segundo para reunir aire y volver a unir sus bocas en ese jugueteo en donde sus lenguas decidieron ser partícipes.

Acariciando la cintura de suave piel morena por debajo de la camisa, el peliblanco comenzó a succionar ardientemente el labio inferior del pelinegro con devoción; cosa que se podría convertir en un nuevo y excitante fetiche para ambos; sus cortas separaciones soltaban sonidos que no eran ninguna molestia, todo lo contrario.

Unos minutos después simplemente se abrazaron —. Tú eres lo único que me hace arder en mis noches frías mi hermoso futuro abogado, no sabes cuánto te amo —dijo el de piel blanquecina, ahora teñida en rojo, sintiendo su cabello acariciado por su pareja —. Sí lo sé, Killua... porque yo te amo igual o mucho más —respondió el moreno con sus ojos destellantes.

En el pacífico silencio del callejón, el peliblanco fue dejando inocentes y suaves besos por el cuello de su novio, que sólo atinó por suspirar dejándose mimar por el mayor, pero sin dejar de acariciar el fornido cuerpo que lo rodeaba.

—Ah... Killua tu teléfono... —susurró el pelinegro al escuchar el celular del más alto sonar —. Eso no importa ahora, más tarde devuelvo la llamada porque esto es primero, tú eres lo más importante para mí —contestó el albino y continuó besando a su pareja. «En parte, debo agradecerle a las novelas de mi madre».

Por una mujer┃KillugonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora