EPISODIO 4, ESCENA 13: En la que se recibe una amonestación.

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—¡Asciende!, ¡asciende! —grita Foster. Tiro de las palancas de los propulsores con fuerza y ascendemos en dirección a la Pirámide. Pájaro de Mal Agüero hace lo que puede y Foster no es una sílfide.

Apenas gano altura, un meteoro pasa a pocos centímetros de nosotros y se estrella contra el pavimento del jardín de Caddie, o de la versión de su jardín existente en esta frecuencia anexa.

—¡Me cago en la puta! —exclama mi pasajero.

Trozos de gravilla salen despedidos con el impacto y una humareda densa se levanta como un hongo perezoso. Cuando el polvo se aposenta, podemos ver a una sonriente Lorna sacudirse la tierra y ajustarse el cabello.

—Tienen recursos, ¿verdad, querido? —dice.

—¡Son muchachos muy listos! —grita Linus acercándose a gran velocidad por el cielo. Cuando nos queremos dar cuenta, Lorna también ha sido succionada desde el pavimento hacia su cónyuge. Al encontrarse en el aire, ambos se detienen bruscamente y comienzan a girar uno en torno al otro.

—¡Pero me temo que estamos mucho más coordinados que ellos! Son muchos años de casados —dice Lorna.

—Una pareja puede llegar muy lejos en la vida —responde el amantísimo esposo.

—Una pareja de verdad, claro —dice Lorna mirándonos con conmiseración.

Los dos comienzan a centrifugar más rápido.

—Una pareja cuyos integrantes han sufrido juntos, que han muerto juntos y que han revivido juntos. —Lorna parece emocionada—. Es fácil cuando se tiene el mejor marido del mundo.

—¡Oh, Lorna, cariño!, ¡sigues estando tan bella como el día de nuestra boda!

—Ese gran día en el que nos precipitamos a ese abismo mano a mano, en señal de nuestro amor y de repulsa por este mundo decadente. —Lorna se vuelve.—. Solo queríamos una sociedad pacifica, tranquila y pura.

—¿Es eso tanto pedir? —destaca Linus.

—Por fortuna, conseguimos una segunda oportunidad. La Familia entiende nuestra postura.

—La mayoría, al menos —señala Linus.

—Madre la entiende y eso es lo que importa.

Aprovechamos su disertación para escabullirnos de allí.

—¡Son jodidas balas de cañón! —exclama Foster.

—Cordelia o Astrid lo sabrían mejor que yo, pero creo que están usando algún tipo de magnetismo entre ellos. Cambian su polaridad uno respecto al otro para flotar y generan una fuerte repulsión que hace que uno de los dos se precipite hacia nosotros.

—¡Y así hacernos papilla! ¡Míralos!, ¡se estrellan contra el asfalto y se quedan tan panchos!

—¿No los has oído? —digo mirando a nuestros contrincantes mientras su tiovivo infernal adquiere velocidad—. Se mataron precipitándose al vacío, son inmunes a los impactos y las caídas.

—¡Mierda!

—¡Eh! —le grito. Él me mira—. ¡Aún podemos patearles el culo!, ¿recuerdas? —El enseña los dientes con fiereza.

—Nadie nos dice que lo nuestro no es de verdad. ¡Les voy a crujir! —responde. Su sonrisa se tensa—. ¡Desciende!, ¡desciende!

Eso hago, pero el cometa Linus ha conseguido rozar una de mis alas. Pierdo estabilidad y me precipito hacia la gran terraza trasera. Se oye un estruendo en la pared del salón, Linus la ha agujereado. No tengo tiempo de lamentarme por problemas estructurales porque intento que no nos matemos. Reposiciono las alas, le doy gas a los propulsores y, por fortuna, consigo que Foster toque el suelo de forma segura. Yo, en cambio, ruedo por el embaldosado y me doy un golpe en la cabeza contra un macetero.

Realidad modulada (Libros 1 y 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora