EPISODIO 5, ESCENA 17: En la que se combate en la loma.

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Picos y garras, decenas de ellas se abalanzan sobre nosotros. La llamada Dragona va a la cabeza y, cuanto más se acerca, más imponente se ve. Un tsunami de aves deformadas y otras criaturas del bosque oscuro está a punto de arrasarnos. La mujerona propina un último salto para aplastarnos con su corpulencia.

—¡Retirada! —grito al mismo tiempo que agarro el tarro de sangre. La aguja de mi dial se triplica y enfoca a la Dragona y a dos de las bestias que la escoltan. Se paran en seco y la condesa cae al suelo con un grito de frustración mientras nosotros usamos su energía cinética para propulsarnos hacia atrás. ¡Pinche madre!, ¡qué culada me acabo de dar! Hemos aterrizado cerca de Baba Novac que contempla la amenaza creciente desde la falda de la loma.

La Dragona se ha parado frente al Retoño Fundador y nos mira con intenso odio. Todas sus alimañas rodean ahora la planta formando un perímetro defensivo.

—No pondréis vuestras sucias manos sobre el Fundador. ¡Os huelo, șolomonar! Debéis ser una de los compañeros de Astrid Mishima, y os habéis aliado con los anfibios y con un descendiente de la casa noble. —Se refiere a Novac—. ¡Curiosa combinación! —Ríe fuera de sí—. Curiosa y efímera porque todos moriréis aquí.

Su salto es tal que apenas me da tiempo a reaccionar.

—¡Defendeos! —grito. Dochia Dracul extiende su pico óseo y sus garras adquieren treinta centímetros de largo. No sé si podré evitarlas, quizás este sea el final. O quizás no. Algo arrolla a la Dragona antes de que toque tierra y la catapulta cien metros pendiente abajo.

La máquina salvadora tiene aspecto de carro antiguo, como los que tenían en el Complejo cuando era niña. Más rudimentario aún porque semeja funcionar a vapor. Percibo un aura a su alrededor y, a estas alturas, ya sé lo que es. Un campo de fuerza. Ahora entiendo porque no oímos llegar al cacharro; el campo no solo ha impedido que se dañe con la embestida, también ha insonorizado su motor. Buena emboscada.

La máquina hace un derrape y Astrid asoma por la ventanilla.

—Perdón por el retraso, hemos tenido que hacer una parada rápida para dejar a unos amigos nuestros. —Señala a la cima de la loma.

No me lo puedo creer. Allí están los zmei que luchaban en las puertas y también una manada de vârcolaci, junto a hombres y mujeres armados para la batalla. En estos momentos, el atípico ejercito combate contra las bestias strigoii. Entre los combatientes, destaca un hombre bestia enorme que le saca dos cabezas a todos los demás y que, con sus mazazos, es capaz de partir a los strigoii a la mitad. También veo a una mujer de pelo rosa ondeando una capa de la que siguen saliendo más tropas. Es Júniper de la Contracultura. A su lado, Jam toca el flautín y varias piedras que asoman en la loma se desentierran para bailar a su son y precipitarse contra las aves strigoii.

Astrid baja del carro y me abraza.

—¿Cómo ha entrado? —murmuro.

—Mis nuevas amigas han desactivado las defensas. —A través de las puertas del automóvil puedo ver a dos vrăjitoare. Una de ellas, que conduce el carro, es de avanzada edad y rostro adusto, la otra regordeta y con gafas. Quizás sean de la ciudad de Bran.

—¡Hola, loca de remate! —Kaala se asoma por la ventanilla—. Astrid nos ha contado lo que pretendéis hacer. ¡Os abriremos camino al Retoño!

—¡Cómo les echaba de menos, carnales! —digo mientras agarro al patidifuso Baba Novac y lo empujo al interior de la máquina—. ¡Para llevar a cabo la transfusión, voy a necesitar tiempo!

Realidad modulada (Libros 1 y 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora