«La creyeron una heroína caída. Había tenido una muerte digna sacrificando su vida por amor, pero ese no fue su final. Ella emergió de entre la ponzoña y se convirtió en un símbolo para su gente, la esperanza de lo imposible. Los gases mortales ya no hacían mella en sus pulmones y consigo trajo el don de ver la verdad».
Parece interesante. No había leído este relato suyo, aunque, si comienzas a escarbar en los archivos de su blog, queda patente que ha escrito decenas. Este es de hace ocho años. ¿Por qué le habrá dado por revisarlo ahora?
—¿Cotilleando en mi ordenador? —dice Moses a mis espaldas—, ¿no te han enseñado lo que es la privacidad? —Frunce el ceño simulando enfado y luego se sienta en la silla.
—¿Dónde estabas? —le pregunto.
—Llamando a Bijan.
—¿A Bijan?, ¿por qué?
—Buena pregunta. —Se rasca la cabeza—. Ni yo mismo lo sé. Por alguna razón Caballo Ganador me incitó a hacerlo. No paraba de relinchar, y aún lo hace. Bijan no me coge el teléfono y estoy algo preocupado.
—Seguro que te llama de vuelta. —Me pongo tras su asiento y le tranquilizo masajeándole los hombros—. ¿Y eso? —Señalo la pantalla de su portátil, el único dispositivo en la mesa de mármol de la sala de juntas—. ¿Revisando tus antiguas creaciones?, ¿sientes nostalgia?
—Siento algo de vergüenza —sonríe—. Escribía peor de lo que pensaba.
—No digas tonterías —Le doy un golpe con mi nariz en su cocorota. Él suelta un «meh».
—El caso es que ahora mismo no hay mucho que hacer, no hasta que tengamos nueva información, así que se me ocurrió escribir algo nuevo. Hace semanas que no escribo nada.
—Es comprensible —respondo—, con todo eso de viajar a otros mundos... Aunque también es cierto que tienes más material que nunca.
—Eso es verdad —musita—, el caso es que me puse a pensar: ¿y si siempre he tenido ese material a mi alcance? Solía creer que mis sueños y mis fantasías cotidianas eran producto de mi imaginación, pero ¿y sí cada vez que mi madre usaba sus poderes a través de mí...? —Se calla.
Le muerdo una oreja, él se encoge de hombros y suelta una risa.
—¡Cuéntame!
—Has leído el relato que hay en pantalla, ¿verdad? —Asiento—. ¿Lo que hay más atrás también?
—Sí, por encima.
—Pues ya te haces una idea. Un pueblo nómada que ha de evadirse de La Ponzoña. Una heroína que se sacrifica para salvar a aquel al que ama. Debería estar muerta, pero regresa a la vida y descubre que tiene el poder ver la verdad oculta.
—¿Quieres decir como una oyente?
—La ambientación no es igual y los nombres no son los mismos, aun así, ¿no te recuerda a nadie? El mundo en el que se sitúa este relato, ¿no te suena? —¿Que si me suena?, déjame pensar. Una mujer que resiste al veneno que vuelve a la vida con el don de la verdad. Pues claro, ¡claro que me suena! Me recorre un escalofrío.
—Dagda —Le miro atónito—. Es la historia de la vieja Dagda.
—Escrita ocho años antes de que yo la conociera en Ávalon. Y esta historia está basada en un sueño (o al menos creía que era un sueño) de cuando yo era mucho más pequeño.
—Espera, ¿me estás diciendo que cada vez que tu madre usaba sus habilidades contigo, tú también podías ver otros mundos?
—Un efecto secundario, quizás. Fui un dial vivo y no sé qué es lo normal en estos casos. Esas visiones fueron mi inspiración para convertirme en un escritor de medio pelo. Este blog y muchos de los manuscritos en mi casa están plagados de visiones de otros mundos. —Comienza a clicar ansioso en los links que conducen a las diversas entradas de su blog—. Un mundo habitado por esbeltas sombras, otro de mercurio líquido, otro de enormes raíces, un mundo helado donde la gente vive bajo tierra...
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Realidad modulada (Libros 1 y 2)
FantasyDefraudado con el mundo, Moses, un cuentacuentos con alma de filósofo, decide suicidarse una noche de invierno. Mientras se hunde en el frío lecho del río, el misterioso Hombre Polilla, la criatura que habita en sus sueños, le pregunta: «Moses Gent...