—¡Qué maravilla el verte aquí, Clara! —El susurro suena emocionado.
—¡miss Edelford! —respondo.
La mujer regordeta me estampa dos besos en la mejilla.
—¡Qué tontería! —comenta risueña—, ¿cómo no ibas a venir? ¡Míranos!, las dos benefactoras de la Comunidad juntas. Parece que estos muchachos no pueden vivir sin nosotras.
—Eso parece, pero ellos merecen todo nuestro esfuerzo.
—Sí, cariño. ¿Y los chicos de la Estática? —Se lleva la mano enjoyada al pecho—. ¡Qué delicia que las nuevas generaciones abran sus corazones a los más desamparados!
—La Comunidad siempre apoya a cualquier agrupación no importa su credo si es por el bien del prójimo, Mina —respondo.
—Lo sé. Y toda esta gente, también. —La oronda dama hace un ademán hacia la gente de platea que murmura expectante mientras míster Brown termina las presentaciones.
Desde nuestro palco, la vista de la nave de la iglesia es privilegiada. Se trata de un edificio modernista, grande y luminoso situado en una localidad a apenas dos horas de camino de Cloven. El hotel donde nos hospedamos, a dos manzanas de aquí, está muy bien ubicado y es de cierta categoría. Los he visto mejores, pero este es un fin de semana frugal donde lo material ocupa un segundo lugar.
—Siento que otras damas de Cloven no lo vean como nosotras, querida. ¡Todas ellas obsesionadas con el vil metal! La fortuna puede matarle a una por dentro, ¿sabes? Una nunca debe renunciar a lo espiritual. Se supone que personas como nosotras, que se encuentran en todo lo alto de la pirámide de Maslow, debemos apoyar a los demás. Aquellos que deben buscarse la vida no tienen tiempo para elevar su espíritu.
—Es por eso que nuestro deber es dar a los que no tienen para que ellos también puedan invertir su tiempo en más altas miras.
—¡Qué bien hablas, Clarita! —Me guiña un ojo cargado de eyeliner.
Le sonrío y luego la chisto con cariño poniendo un dedo delante de los labios. No queremos perdernos lo que míster Brown nos está contando.
—Mis queridos amigos, nuestro seminario sobre el papel de la fe en el mundo globalizado no quedaría completo sin presentaros a una de las coordinadoras del movimiento cuyas acciones han servido de ejemplo a las lecturas de estos dos días. Dejad que os presente a la portavoz de la Estática en la región: ¡Sally! Aunque todos los muchachos de su congregación la llaman Mamá Sally.
Una mujer en las bancadas de delante, se levanta y sube al púlpito. Es una mujer sudafricana, entrada en la cuarentena y algo regordeta. Va vestida con pantalón de pinzas y blusa blanca. Su pelo fosco está anudado en dos grandes moños, su sonrisa es amplia como una avenida y sus carrillos generosos. Los ojos le brillan de la emoción.
—Muchas gracias, señor Brown —le dice dándole la mano efusivamente. Míster Brown se retira sonriente a un lado para cederle el foco de atención—. ¡Soy Mamá Sally! Supongo que ese nombre me lo pusieron porque soy la más mayor entre mis polluelos. —Todos se ríen—. Soy la única que siempre les recuerda que lleven una chaquetita por si refresca. —Más risas—. Pero hoy me siento como una niña. Este seminario ha sido maravilloso porque hemos podido compartir nuestras experiencias.
»En estas jornadas hemos visto cómo podemos ayudar a la gente de a pie con acciones solidarias a través de la red y usando los canales modernos. De este modo, podemos replicar dentro de nuestra humilde capacidad humana, los milagros de los que hemos sido testigos a lo largo del mundo. Recordemos que la Estática es energía y esa energía se manifiesta no solo en nuestros cuerpos o en el mundo natural a nuestro alrededor, sino también en la fuerza creativa del hombre y en las máquinas que hemos creado, nuestros nuevos ojos y orejas. Lo tecnológico no es, sino, una nueva dimensión de lo divino y de lo humano.
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Realidad modulada (Libros 1 y 2)
FantasyDefraudado con el mundo, Moses, un cuentacuentos con alma de filósofo, decide suicidarse una noche de invierno. Mientras se hunde en el frío lecho del río, el misterioso Hombre Polilla, la criatura que habita en sus sueños, le pregunta: «Moses Gent...