—¡Mové el orto, Alabama!, ¡que estamos a mitad de semana y aún no te sabés la coreografía!
—Es el fouetté en tournant, ¡el puto fouetté! Lo haré bien. ¡Regina, amor, no me estreses! —digo yo. La música se detiene.
—¿Debutamos en televisión, entendés? La escuela se juega mucho. No hagás que me arrepienta de haberte escogido.
Regina da palmas como una loca para enfatizar sus palabras. La trenza enroscada a modo de recogido se le empieza a soltar debido a esto. Su piel criolla está perlada en sudor. Ha tenido que ensayar conmigo la coreografía varias veces.
Me vuelvo hacia el espejo. ¡Lírico moderno, odio el lírico moderno!, pero los productores han sugerido lírico moderno con guiños al ballet, ¡para una puñetera gala por la paz! ¿Se puede ser más rancio?
Pero, oye, me he roto el culo a servir capuccinos y a bailar emplumado los fines de semana para sacar pasta con la que pagar esta escuela y las oportunidades que ofrece y juro que me saldrá el maldito fouetté. ¡Me he criado en un circo, narices! ¡Se hacer un doble mortal y lanzar cuchillos! ¡Hasta he hecho equilibrios en un poni! ¡Me tiene que salir el fouetté!
Y venga vuelta y contoneo, y grand plié, pirouette modificada, carrerita y movimiento de pelvis, luego relevé y... ¡vuelvo a fallar!
—¡Me matás!, ¡simplemente me matás! Estás re—torpe. ¡Más chancha no podés estar hoy! Lo practicamos mil veces, hermoso.
—No sé qué me pasa —respondo. Sí sé qué me pasa. He muerto, he revivido, he tenido un sueño que no era tal en una realidad paralela, me he despertado temiendo que alguien me llamara "viva muriente" y, para colmo, hoy toca ensayo.
—Pues también tenés que cantar. Ya lo sabés.
—¡No durante esta parte!
—Si vos te quedás sin fuelle y perdés el ritmo, no podrás enlazar con el tema a tiempo.
—¡Es mucha presión! —Me llevo las manos a la cabeza y apoyo la frente contra uno de los espejos que acristalan la gran sala vacía.
—¡Bienvenido al mundo del espectáculo, querido! Pensé que lo tuyo venía de familia.
—Era distinto, en mi circo siempre había un sustituto y no te jugabas tu carrera individual.
Regina da un par de vueltas sobre sí misma y hace unos estiramientos. Va en shorts de algodón, top oscuro y calza zapatillas de baile con calentadores. Ojos delineados de azul, boca sonrosada, siempre perfecta. Es guapa, divina, diría yo. La rioplatense más bella a este lado del océano. Aunque yo no la miro con esos ojos; es mentora, es amiga y casi una hermana mayor. Es la persona que consiguió que me aceptaran aquí y no voy a decepcionarla.
—Hagamos una cosa. —Ahora me habla con más serenidad—. Descansá unos minutos. Tomá el aire, hacé unos estiramientos y ensayá un poco la parte cantada. En media hora, tenés que estar de vuelta. Presente, ¿oíste, rubio?, pre—sen—te.
Le digo que sí. ¿Qué otra cosa puedo hacer?, estoy frustradísimo. Estoy convencido de que me autosaboteo. ¿Y si papá tenía razón?, ¿y si no estoy hecho para las cámaras?, ¿y si lo mío son las carpas?, ¿y si llego el día y la cago?
«¡No, Alabama, no! Olvídate del viejo y su zlo. Ese era Hansel el perdedor, tú eres Alabama Jones y has nacido para triunfar».
Unos pasitos tímidos irrumpen en la sala de ensayo. La mujer que entra es tan menuda que sus zapatos no chirrían en la tarima, como si apenas tuviera peso. Es Fanny, la administrativa de recepción.
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Realidad modulada (Libros 1 y 2)
FantasyDefraudado con el mundo, Moses, un cuentacuentos con alma de filósofo, decide suicidarse una noche de invierno. Mientras se hunde en el frío lecho del río, el misterioso Hombre Polilla, la criatura que habita en sus sueños, le pregunta: «Moses Gent...