EPISODIO 3, ESCENA 13: En la que Astrid conoce sus orígenes.

35 5 57
                                    

«Creemos haberlo encontrado. Sala Cavalier en el número 220 de High Hill. La performance comienza a la una de la madrugada». Vuelvo a leer el mensaje y pregunto:

—¿Estamos al cien por cien seguros de que es la dirección correcta?

—Tú misma has hecho la deducción a partir de sus fotos de Instagram de la última semana. Pregúntatelo a ti misma.

Observo la pantalla del portátil que descansa sobre el butacón barroco.

—Demasiada coincidencia —digo.

Cinco fotos, y en todas ellas sale Mayhem (con su rostro oculto o velado de diferentes formas) posando en su Chevrolet Cavalier con matrícula personalizada «220-1AM» y con Cloven como telón de fondo. Las fotografías son tomadas en un ángulo similar, desde una zona elevada. Tuve que usar el paseo virtual de Google M;aps y revisar fotos de Cloven en internet para llegar a la conclusión de que se trataba de los miradores de High Hill.

Tras una rápida revisión de los locales y salas privadas de eventos en dicha zona, encontramos el Cavalier, un local exclusivo. Algo me dice que no andamos desencaminados.

—Tiene que ser —digo ahora más confiada, y envío el mensaje de texto al móvil de Cordelia.

—Ahora a esperar a que tus compañeros encuentren la forma de entrar evitando altercados con las demás emisoras.

—La encontrarán —asevero.

En ese momento, alguien llama a la puerta del torreón. Farshaw, que hace guardia fuera, abre la puerta y nos indica con un gesto que alguien va a entrar. Su expresión se muestra menos cascarrabias de lo normal y hay una buena razón. La que entra es Felicia, la independiente de Bazar Bahadur que nos ha ayudado con nuestro entrenamiento. Farshaw le pone ojitos al verla pasar. Felicia porta una bandeja con un servicio de té y unos bocaditos.

—Pensé que querríais tomar algo. Me han dicho que andáis con un asunto importante.

—Gracias. —Sonrío.

—¡Qué detalle! —comenta mi padre.

Felicia se ajusta las gafas sonrojada y posa la bandeja con el té sobre la mesa. Solo he hablado con ella unas cuantas veces en el transcurso de los últimos días. Es una tía avispada y amable. Me gusta su tendencia a no sacar conclusiones precipitadas de nada ni de nadie.

—¿Os sirvo? —nos pregunta mientras dispone el ajuar sobre la mesa.

—No hace falta —respondo—, gracias. ¿Qué tal va todo por la biblioteca?

—Genial. Fascinante de hecho. Se ha producido una integración entre los archivos de Bahadur y los contenidos de la biblioteca de Burana. ¡No tenéis ni idea de los resultados! Antes teníamos algunas lagunas de información con respecto a núcleos de inmigrados o sobre algunos actos registrados de las emisoras que complicaban las cosas. Pero, a este paso, eso será cosa del pasado.

—Me alegro.

—Mucha de esa información la estamos actualizando para que esté disponible en los evocadores. De todas formas, Hastet todavía está recelosa de dejarme leer algunos tomos esfíngeos. Dice que ellos eligen el momento en que los lees y no al revés.

—No sé mucho del tema, pero yo no la contradeciría —comento.

—Ni se me ocurriría. Aunque resolvería muchas incógnitas. Es difícil para alguien como yo dejar preguntas sin contestar. —Se encoge de hombros.

—Te entiendo, a mí me pasa lo mismo. Hay incógnitas que necesitan ser despejadas —digo casi sin pensar mirando a mi padre—. Como, por ejemplo, no saber quién es tu verdadera madre.

Realidad modulada (Libros 1 y 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora