La Telaraña

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Me daban escalofríos en todo el cuerpo, solo de pensar que Claude regresará y volviera a tratar de hacerme daño, pero todo estaría bien, Sebastian me habia dicho que Alois aun no regresaba de Estados Unidos y que era imposible que supiera que ellos no estaban, además el se habia encargado de revisar la zona unas veinte veces y nunca sintió alguna presencia extraña.

- Mey-chan, ahi estas, la señorita Eleonor te busca. Dijo Finny sonriendo.

- Claro voy de inmediato. Contesté sacudiendo mi cabeza.

La señorita Eleonor se encontraba en la sala, ella estaba limpiando las figuras de plata del anaquel.

- Digame señorita Eleonor ¿Que necesita?. Pregunté amablemente.

- Digame señorita Mey-Rin ¿ahora es cuando mas alertas debemos estar verdad?. Preguntó en tono serio.

- Si, asi es, cuando el Joven amo se va, muchos de sus enemigos quieren destruir esta mansión. Explique algo molesta.

- Entiendo en ese caso, suba a su habitación, Sebastian-sama me encargo su seguridad a toda costa. Dijo cargando un arma que saco de la nada.

- Eh... espere yo estare bien, de verdad no hace falta. Dije nerviosa.

- Fue una orden también del joven amo. Dijo acercándose lentamente.

Sin más me cargo en sus brazos, y me llevo a la fuerza a mi habitación. Fue algo muy vergonzoso para mi, era la segunda mujer que me habia hecho sentir incómoda después de Nina.

- Ahora le ruego se quede aqui, yo le traeré de comer y me ocupare de lo demás. Dijo sonriendo.

- Si entiendo, pero. Dije para verla cerrar la puerta de un golpe.

Me sentia tan inútil, pero el bienestar de mi bebé era lo mas importante. Decidí salir un momento al balcón para tomar aire fresco.

- ¿Me extrañaste?. Preguntó una voz muy familiar.

- No puede ser ¡Claude Faustus! ¿Qué haces aqui?. Dije realmente sorprendida.

- Tranquila ni se te ocurra gritar, no he venido a llevarte por el momento, mi Alteza ni siquiera sabe que he venido. Contestó acomodandose los lentes.

- Entonces ¿A que has venido?. Pregunté con temor.

- No es obvio a verte, honestamente Mey-Rin no he dejado de pensar en ti desde ese día que nuestros labios se unieron. Dijo acercándose a mi.

- No te acerques, no se que pretendes Claude pero no te creo en lo absoluto. Contesté firme.

- Es cierto Mey-Rin, yo no miento, cuando tengas a ese bebé, yo vendré por ti, tu serás mia. Dijo tomando mis hombros.

- No me toques por favor, yo no puedo corresponderte, además te odio. Dije volteando la cara.

En ese momento el tomo mi menton y lo giro hacia el, yo me sentía inmóvil, no podía reaccionar, sus ojos me embriagaban, me llevo hacia la cama y comenzó a besarme apasionadamente. Yo queria empujarlo pero me sentía inmóvil mi cuerpo no me respondía. En ese momento una carga de energía se activó y separó a Claude de mi lanzandolo lejos.

- Maldición, tenías que ser hijo de ese demonio estúpido. Dijo Claude enojado.

- ¿Que? ¿Qué me hiciste? ¿Por que no podía moverme?. Pregunté molesta.

- Es un efecto secundario de mi telaraña, desde aquel encuentro te coloque una y me permite controlarte. Explico detalladamente.

- Bastardo ¿Cómo puedes hacer tal cosa?. Dije alzando la voz.

- No te hagas la inocente Mey-Rin esa telaraña también expone tus más profundos deseos en pocas palabras te atraigo. Dijo maliciosamente.

- Eso no es cierto, yo amo a Sebastian. Contesté segura.

- No lo creo si no hubiera sido por ese niño hubieras sido mia, por voluntad. Dijo feliz.

- ¡Mey-Rin! ¡Señorita Mey-Rin!. Gritaban desde afuera.

- Por el momento me ire, pero recuerda tu seras mia y darás a luz un hijo mio. Dijo para desaparecer.

- ¡Señorita Mey-Rin! ¿Esta bien? ¿Por qué no respondía?. Preguntó Eleonor preocupada.

- No, no se preocupe estoy bien. Contesté algo perturbada.

- El almuerzo esta listo por favor acompañeme. Dijo amablemente.

- Claro, vamos, muchas gracias. Contesté aun perdida.

Las palabras de Claude me afectaban, yo no aceptaba la idea de sentir algo por el, me sentía triste y confundida yo solo amaba a Sebastian siempre había sido el, no entendía que era lo que me pasaba, pero era cierto que algo sentía al ver a Claude. Y no era del todo odio. Eso me hacia sentir mal y mi bebé lo sabía también podía sentir su tristeza.

Estoy Enamorada De Ti (Mey-Rin x Sebastian)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora